No cierres los ojos Akal

 

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Soviet armado de obreros y soldados de la Fábrica Vulkan, octubre de 1917

Fernando Hernández Sánchez

Como ya es conocido, el historiador británico Eric J. Hobsbawm, en su Age of extremes, estableció la denominación de «corto siglo XX» para el periodo cuyos hitos inaugurales y de clausura coinciden, respectivamente, con la Revolución de Octubre y la caída del Muro de Berlín.

La centuria se alumbró en Sarajevo, las trincheras de Verdún, el Somme y el asalto al Palacio de Invierno de Petrogrado –en principio, un epifenómeno de la guerra que acabó trascendiéndola– y murió entre 1989 y 1991, con el derrumbe del bloque socialista y la desaparición de la Unión Soviética. Moshe Lewin se refirió a esta época como el siglo soviético, un tiempo marcado por el surgimiento, el esplendor, las contradicciones, los desgarros internos y la implosión de un modelo alternativo al capitalismo a escala planetaria.

1917 y 1991 marcan el orto y el ocaso de la experiencia comunista o, como se decía por entonces, del «socialismo realmente existente». Para tres generaciones, la Revolución fue el haz y el envés de sus aspiraciones, y no siempre de manera unívoca. Ya fuera para abrazar su ejemplo o para combatirlo, para militar entre sus partidarios o entre sus enemigos, Octubre se erigió durante la era contemporánea en el sujeto histórico y político de referencia.

Fernando Hernández Sánchez, doctor en Historia contemporánea, es profesor de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid.

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20 de agosto de 1968: manifestante ondeando la bandera checa sobre un blindado del Pacto de Varsovia. La liquidación de la Primavera de Praga abrió una crisis definitiva en las relaciones entre los partidos comunistas occidentales y la URSS (foto de Josef Koudelka).

1917.  La Revolución rusa cien años después

portada-1917-revolucion-rusaLa Revolución rusa fue el acontecimiento más trascendental del siglo XX. El asalto al Palacio de Invierno de Petrogrado en octubre de 1917 fue vivido como la materialización inesperada de una utopía largamente perseguida: la de la ocupación del poder por parte del proletariado y la construcción de una nueva sociedad sin clases. El acontecimiento espoleó conciencias, amplió el horizonte de expectativas de las clases populares e inspiró revoluciones y regímenes políticos por todo el mundo. También desató el pánico y la reacción virulenta de sus posibles damnificados y la hostilidad de quienes, aun simpatizado con su arranque, no compartieron su devenir.

A radiografiar este magno acontecimiento y sus consecuencias –políticas, sociales y culturales–, la evolución del mundo surgido de ella y el mito y la memoria de la revolución en la actualidad se consagra 1917. La Revolución rusa cien años después, una visión poliédrica, diversa y coral, de la revolución y el siglo que engendró.

La influencia de la Revolución rusa llega a los artistas de hoy

Bert Animation, un estudio inglés de animación coordinado por el cineasta Robert Grieves, ha lanzado un corto conmemorando el centenario de la Revolución rusa. Inspirado en los carteles soviéticos, la estética de la película es un homenaje al constructivismo, una revolución del diseño en sí mismo.

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