No cierres los ojos Akal

«Imagina que estás cabalgando un caballo espléndido, mientras luces una resplandeciente armadura guarnecido de espada, lanza y escudo. Imagínate en una corte, en la que, reconocido por tu valor, estás siempre rodeado de hermosas doncellas. Cualquiera querría ser caballero, por supuesto. Pero esto no es tarea fácil a principios del siglo XV.»

Así comienza Caballero. Manual del guerrero medieval en el que el lector se encontrará una espléndida guía para conseguir triunfar tanto en la batalla como en la corte. Un camino complicado en plena Edad Media, repleto de grandes desafíos y en el que cuentas sólo con tu honor para iluminar el largo sendero hasta la gloria.

Todo joven aspirante debe proceder de noble cuna, pues un buen linaje es esencial para conseguir la educación precisa y conocer a fondo los valores éticos que debes poner en práctica incluso con tus enemigos. Quizá tu padre tenga el dulce detalle de regalarte algunos juguetes para que practiques y pronto te sientas como Bertrand du Guesclin, reclutando a otros niños para buscar una pelea. Este comportamiento puede ser castigado, pero así podrías desarrollar las grandes cualidades que dentro de pocos años necesitarás.

Lo más probable es que tu educación no te la ofrezca tu padre; éste delegará en otra casa señorial dispuesta a instruirte en los pertrechos militares y conocimientos culturales necesarios para que seas un buen caballero. Encomendar tu eduación a otra familia puede convertirse en un arma de doble filo, tal como ocurre en las novelas de Canción de hielo y fuego -relatos de fantasía basados en la Guerra de las Dos Rosas- donde los niños se convierten en prisioneros para mantener la paz.

Después de un duro entrenamiento, ya estás listo para dar tu primer paso: convertirte en escudero. Más vale que demuestres pronto tu valía, pues muchos se quedan en el camino o tardan demasiados años en ascender. Así le sucedió a Phillip Chetwyn, quien tuvo que esperar veinte años hasta ver su recompensa. Sólo llegado el momento participarás en el ceremonial por el que serás armado caballero, aunque antes deberás leer la descripción del clásico ritual que realiza Geoffroi de Charny para saber desenvolverte con soltura.

Una vez elegido -o heredado- tu escudo de armas, ya estás listo para participar en la batalla como un auténtico caballero. Si demuestras un código de conducta ejemplar, eres lo suficientemente diestro con las armas y no temes a la muerte por salvaguardar a tu rey, podrás incluso hacer sombra al Cid y tus gestas serán narradas para la posteridad. No obstante, muchos caballeros eligieron el camino de la gloria a través de los torneos y justas. Puede que éste sea tu camino y algún día el pueblo te reciba al ritmo de We will rock you como en Destino de caballero:

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