No cierres los ojos Akal

Miles de actos inundaron las calles españolas este 23 de abril y cualquiera se pudo sentir abrumado ante tanta oferta cultural. Ya no se trata de un homenaje al libro, no es simplemente regalar una rosa y una buena novela por Sant Jordi, ni siquiera asistir a una charla para reflexionar sobra la obra de Dickens, sino que nos sumergimos en una maratón de actividades y talleres que nos impiden celebrar apropiadamente una fecha tan señalada para la lectura.

No obstante, sí se convierte en una cita ineludible para conocer a los autores. Desde pequeñas librerías hasta grandes instituciones invitan a los escritores para que charlen con sus lectores. Es en un acto como este donde uno se podía encontrar con Pelayo Martín en Madrid firmando su novela Trampa de cazadores.

Cualquiera de los allí presentes probablemente consiguió el mejor regalo para el Día del Libro: un acto alejado de los multitudinarios eventos protagonizados por grandes best-seller, sin largas colas ni alocados fans. Se hacía palpable la cercanía del autor y se convertía en una oportunidad única para conocer esa voluntad de contar historias que tanto caracteriza al buen escritor.

La firma de libros pronto se convirtió en una amigable charla donde Pelayo Martín entretuvo a los asistentes narrando las historias que le sirven de inspiración. Claro ejemplo de ello fue la del USS Indianapolis, un famoso crucero estadounidense que transportó desde América la bomba atómica empleada en Hiroshima y, una vez cumplida su misión, fue atacado por un submarino japonés provocando el trágico final de cientos de náufragos que fueron pasto de los tiburones.

Entre estas historias sobre la desesperación humana en grandes catástrofes, el lector de Trampa de cazadores encontraba entonces las claves dela novela. No es una historia de la Guerra Civil, no es una historia de buenos y malos, no es una historia sobre la superación… Citando a su editor Jesús Espino en la presentación del libro, es una historia donde “la cotidianidad desaparece, las vidas se truncan y nos enfrentamos a un paisaje en el que la gente sólo aspira a sobrevivir”.

Volviendo a la pregunta del principio: ¿Qué hacer el Día del Libro? Sólo cabe una respuesta: disfrutar de la lectura.

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