Son frecuentes en los medios titulares similares a los siguientes:
«30.000 inmigrantes aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla»
«La ruta del Mediterráneo es “la más mortal” para los refugiados»
«Salvamento Marítimo cree que no hay supervivientes en la patera»
«Una treintena de inmigrantes logra saltar la valla de Melilla».
Llega el momento de reflexionar sobre este fenómeno, no tan nuevo de flujos migratorios. Pensemos en los gallegos argentinos, nuestros abuelos que fueron a trabajar a Alemania, o en la actualidad nuestros jóvenes, que ante la imposibilidad de encontrar un trabajo en su país se ven obligados a moverse a otros buscando la prosperidad. Pero todo cambia cuando no somos nosotros los que buscamos una situación mejor, sino otros.
¿Por qué los gobiernos niegan el auxilio y enfocan la inmigración como si fuese una gran amenaza a nuestro bienestar? ¿Por qué usamos distintas varas para medir un mismo fenómeno que a todos nos afecta?
El último holocausto europeo, de Susana Hidalgo, es una crónica del funesto capítulo que Europa está escribiendo sobre la inmigración y el intento desesperado de unas personas que buscan una salida de sus situaciones críticas exponiéndose a perder lo único que tienen, sus vidas.
