Watergate

Un repaso a los escándalos presidenciales estadounidenses 51 años después del Watergate

Pascual Serrano

Un día como hoy hace 51 años, el presidente estadounidense Richard Nixon anunciaba en un discurso televisado a nivel nacional su dimisión desde el Despacho Oval. Así se cerraba el denominado Caso Watergate. Era el 8 de agosto de 1974.

Todo comenzó el 17 de junio de 1972, cuando cinco hombres fueron arrestados por allanar la sede del Comité Nacional Demócrata en el complejo de oficinas Watergate en Washington D.C. Estaban tratando de instalar dispositivos de escuchas telefónicas y robar documentos. La conexión de estos individuos con el Comité de Reelección del Presidente Nixon rápidamente levantó sospechas sobre la implicación de la administración del presidente.

A medida que la investigación avanzaba, se descubrió que la administración Nixon había creado un equipo de «fontaneros» para espiar a los opositores políticos. Se reveló que la Casa Blanca había aprobado operaciones clandestinas, incluyendo espionaje y sabotaje político, y que se había orquestado un encubrimiento para ocultar estas actividades.

Descubierta la trama, Richard Nixon se convirtió así en el único presidente de los Estados Unidos en renunciar al cargo para evitar un juicio político inminente. Varios miembros de su administración, incluidos altos funcionarios, fueron condenados y encarcelados.

Sin duda, el Watergate es el escándalo en torno a una presidencia estadounidense más difundido y del que más se ha hablado y escrito, pero hay muchos más. No por menos conocidos, menos graves.

Sobornos de petroleras
Antes del Watergate, en los años 1921-1923, durante la administración del presidente Warren G. Harding, el secretario del Interior, Albert B. Fall, fue descubierto aceptando sobornos de compañías petroleras. Este escándalo fue uno de los primeros en impactar profundamente la confianza del público en el gobierno federal.

Fall fue condenado por aceptar sobornos y se convirtió en el primer miembro del gabinete en ir a prisión. Aunque nunca se probó que el presidente Harding estuviera directamente involucrado, sufrió un daño significativo en su reputación y murió en 1923, antes de que el escándalo alcanzara su punto álgido.

Irán-Contra
A mediados de la década de 1980 explotó el escándalo denominado Irán-Contra. La administración de Ronald Reagan vendió secretamente armas a Irán, país contra el cual pesaba un embargo armamentístico decretado por los propios Estados Unidos. Con el dinero de esas ventas más el del narcotráfico financiaron a los grupos armados creados y organizados por Estados Unidos, para derrocar mediante acciones armadas ilegales, al gobierno nicaragüense surgido de la Revolución Sandinista tras el triunfo de esta el 19 de julio de 1979.

La operación de venta de armas a Irán produjo más de 47 millones de dólares, dinero que fue gestionado por Oliver North (asistente militar al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos)  mediante un entramado de cuentas bancarias en Suiza y fue utilizado, principalmente, para la financiación de la lucha terrorista contra al gobierno sandinista de Nicaragua.

De este modo, la ayuda a la contra nicaragüense provenía de tres fuentes: la CIA, el tráfico de armas a Irán y el tráfico de drogas y en ella colaboraban cubanos exiliados en Miami.

El escándalo comenzó cuando 3 de noviembre de 1986, el periódico libanés Ash-Shiraa reveló el tráfico clandestino de armas entre los Estados Unidos y la república islámica de Irán. El 5 de octubre de 1986, el ejército sandinista derribó un avión de transporte estadounidense con suministros de armas y cocaína para la Contra. Poco después fue capturado uno de sus tripulantes, quien en rueda de prensa afirmó que trabajaban para la CIA.

Días después, el gobierno de Irán confirmó oficialmente la revelación del periódico Ash-Shiraa. El 13 de noviembre de 1986, el presidente estadounidense Ronald Reagan lo confirmó oficialmente desde su despacho en la Casa Blanca.

Mónica Lewinsky
En 1998, el presidente Bill Clinton fue acusado de tener una relación adúltera con Monica Lewinsky, una becaria de la Casa Blanca. Inicialmente, Clinton negó bajo juramento haber tenido relaciones sexuales con Lewinsky, lo que llevó a cargos de perjurio y obstrucción de la justicia, cuando ella demostró que mentía.

Bill Clinton fue sometido a juicio político por la Cámara de Representantes en diciembre de 1998, pero fue absuelto por el Senado en febrero de 1999 y completó su mandato. Aunque sobrevivió políticamente, el escándalo dañó su reputación y la de la presidencia.

Abu Grahib y la mentira de las armas de destrucción masiva
En los años 2003 y 2004, durante la administración del presidente George W. Bush, salieron a la luz fotos y testimonios de abusos y torturas a prisioneros en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, por parte de soldados estadounidenses. Las imágenes mostraban humillaciones y maltratos graves, generando una condena internacional. Varios soldados de bajo rango fueron condenados por los abusos, aunque no se responsabilizó a altos funcionarios de la administración Bush. El escándalo deterioró significativamente la imagen de Estados Unidos en el mundo y aumentó la oposición a la guerra en Irak.

A ello se añadió que el 5 de febrero de 2003, el entonces secretario de Estado de EE. UU., Colin Powell, alertaba al Consejo de Seguridad de la ONU de que Irak poseía armas de destrucción masiva para justificar el inicio de la guerra, tras la ocupación se destapó que la existencia de esas armas fue una patraña para justificar la invasión.

Llevarse documentos desclasificados
El anterior presidente, Joe Biden fue investigado por posesión de documentos clasificados después de dejar su puesto como vicepresidente en la administración de Barack Obama.

Agentes del FBI a las órdenes del Departamento de Justicia estuvieron registrando la casa del presidente de Estados Unidos durante 13 horas y hallaron documentos con marcas de clasificación confidencial y materiales anexos, tanto de la época en que Biden era senador como de la que era vicepresidente.

El hijo de Biden
En 2024 Hunter Biden, el hijo del presidente Joe Biden fue condenado por posesión ilegal de un arma de fuego y por mentir sobre su consumo de drogas al comprar el arma. Gran parte de la carrera de Hunter Biden coincidió con el trabajo de su padre como senador y vicepresidente.

Fue vicepresidente sénior en el banco MBNA (uno de los mayores donantes de su padre en aquel entonces), lobista en el Congreso, o miembro de la junta directiva de la empresa ucraniana de gas natural Burisma Holdings poco después de que su padre (entonces vicepresidente de EE.UU.) ofreciera ayuda a Ucrania para que incrementara su producción de gas.

Una computadora portátil abandonada por Hunter en un taller de reparación de Delaware y el contenido sórdido hallado de su disco duro también ocuparon un lugar destacado en la campaña presidencial de 2020.

El equipo de Biden argumentó en ese momento que se trataba de una «campaña de desprestigio» diseñada por desinformación rusa, pero el disco duro fue autentificado por los medios estadounidenses y el propio FBI.

El análisis de su contenido proporcionó pruebas de los amplios ingresos de Hunter por su trabajo en China y Ucrania, así como pruebas de su consumo de alcohol y drogas.

Al final, el indulto “total incondicional” decretado por su padre resolvió la humillación, el juicio, la condena y la probable prisión federal. Asunto resuelto.

Trump y su impunidad
Y llegamos a la actualidad. Trump fue declarado culpable por un jurado de Nueva York con 34 cargos de delitos graves por un plan para influir ilegalmente en las elecciones de 2016 mediante el pago de dinero para silenciar a la actriz de cine para adultos Stormy Daniels.

En enero de 2025, el juez lo condenó sin pena de cárcel ni multa. Trump se declaró inocente y apeló la condena. Si no tiene éxito, probablemente se acogerá al indulto presidencial.

Trump también enfrentó otras tres acusaciones penales. Dos de ellas, federales, fueron abandonadas por el Departamento de Justicia debido a su política de larga data de no procesar a presidentes en funciones. Ambos casos estaban relacionados con su participación en los intentos de anular el resultado de las elecciones de 2020 y con la posesión de documentos clasificados después de haber abandonado la presidencia.

El fiscal especial Jack Smith publicó y difundió un informe, en el que declaró que Trump probablemente habría sido condenado si hubiera ido a juicio.

En 2024, la Corte Suprema decidió otorgarle al presidente una «amplia inmunidad». Esta medida fue criticada por situar al presidente por encima del Estado de derecho.

El libro de Roberto Montoya Trump 2.0, repasa con todo detalle el currículum criminal del actual presidente.

Obama y el rusiagate
Pero también recientemente se ha destapado otro escándalo que afecta a otro expresidente.  Las autoridades estadounidenses desclasificaron y publicaron informes de la Inteligencia Nacional de EE.UU. que, según la directora actual de la agencia, Tulsi Gabbard, contienen «pruebas irrefutables» de cómo el entonces presidente Barack Obama y su equipo de seguridad nacional «dirigieron la creación de una evaluación de la comunidad de inteligencia que sabían que era falsa».

Gabbard calificó las acciones de Obama y su Administración de «una grave politización y manipulación de la inteligencia». Obama es acusado de orquestar una narrativa sobre la presunta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 y el apoyo de Moscú a Donald Trump. El escándalo plantea cuestiones no solo sobre las acciones de la Administración de Obama, sino sobre toda la política estadounidense hacia Rusia, incluidas las sanciones impuestas sobre la base de acusaciones inventadas. Detrás de todo ello estaba «intención de deslegitimar al presidente Trump incluso antes de que tomara posesión». El Departamento de Justicia de EE.UU. ya ha anunciado la creación de un proceso de investigación para evaluar las acciones del expresidente.

Tras este repaso, la conclusión es clara. Los presidentes de Estados Unidos pueden espiar a sus adversarios, ser sobornados por petroleras, financiar grupos terroristas con dinero del narcotráfico, usar su influencia para el enriquecimiento de su familia, robar documentos clasificados, utilizar los servicios de inteligencia para atacar a los oponentes o influir ilegalmente en las elecciones que, hagan lo que hagan, nunca irán a prisión.

Precisamente las condiciones contrarias a las injusticias que sufren sus habitantes como bien repasa Helena Villar en Esclavos Unidos.

Lo del país de la libertad parece que se refiere a eso, a la libertad de los presidentes para poder cometer cualquier delito sin que la pierdan.

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