Pascual Serrano
La 80.ª edición de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU 80) se inauguró esta semana en Nueva York. El tema de este año es: «Mejor juntos: 80 años y más por la paz, el desarrollo y los derechos humanos», que destaca la urgencia de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y revitalizar la «cooperación mundial».
Sin embargo, el tema estrella ha sido el reconocimiento de Palestina debido a la celebración de la Conferencia de Alto Nivel para la Solución Pacífica de la Cuestión de Palestina y la Aplicación de la Solución de Dos Estados, una iniciativa de la ONU copatrocinada por Francia y Arabia Saudí que se lanzó en julio.
Once Estados se han incorporado al reconocimiento de Palestina, entre ellos Francia, Gran Bretaña, Portugal y Bélgica. En total, de 148 de los 193 países de la ONU reconocen el Estado de Palestina, que actualmente tiene estatuto de observador en la Asamblea General.
Además, todas las intervenciones se han centrado en Palestina. Desde Trump a Pedro Sánchez, Felipe de Borbón, Lula da Silva, Emmanuel Macron a Antonio Acosta como presidente del Consejo Europeo.
De nuevo, la actualidad de la ONU ha vuelto a mostrar la injusticia de su funcionamiento, especialmente cuando vimos que Estados Unidos denegó el visado a presidente de Palestina, Mahmoud Abbas, para poder acceder a la sede de la ONU, en Nueva York.
Para sortear la prohibición de entrada a EE UU —que contraviene los acuerdos que vinculan a este país, como anfitrión, con la ONU—, la Asamblea General adoptó por abrumadora mayoría una resolución para permitir la participación telemática de Mahmud Abbas. Pudo hacerlo por videoconferencia tanto en la importante reunión del lunes como en los debates de la Asamblea. Solo cinco países, con EE UU e Israel a la cabeza, rechazaron esta modalidad, en una nueva muestra de aislamiento internacional.
Sobre ese sistema injusto de funcionamiento trata el libro de Augusto Zamora R. Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas. Especialmente estudia cómo la elección de las sedes es uno de los elementos más abusivos de algunos países sobre la comunidad internacional. Augusto Zamora repasa en su libro algunas de las infinitas veces en las que Estados Unidos ha negado la visa de entrada a delegados o delegaciones acreditadas en forma y tiempo ante las instancias correspondiente de la ONU. Todo ello violando el acuerdo, firmado en 1947, entre EEUU y la ONU sobre el funcionamiento general de la organización en territorio estadounidense.
Pero, además, Augusto Zamora ha preparado los cálculos donde demuestra el gran negocio que es tener una sede de la ONU. Veamos, el presupuesto de la ONU para 2023 fue de 3.400 millones de dólares con 37.000 empleados. La mitad de ellos están en Nueva York. Según datos de la Alcaldía de esta ciudad de 2014, el último año en que hay informe, la ONU empleaba a unas 16.000 personas, más otros 9.000 empleos de forma indirecta. Esa actividad generaba 3.690 millones para la economía de la ciudad, que aplicando a la actualidad teniendo en cuenta la inflación, serían 4.750 millones. Zamora señala que esa cifra es la mitad de las exportaciones de Túnez en 2023 o de Bolivia. Y más de las exportaciones de Mali o Namibia.
Mientras tanto, la alcaldía de Nueva York gastaba apenas 54 millones de dólares anuales en actividades de apoyo a la ONU.
Estos análisis, más el doble rasero del Consejo de Derechos Humanos o los análisis de cómo la guerra de Ucrania han devuelto el protagonismo de la ONU forma parte del libro Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas.
Palestina sigue sin ser Estado miembro a pesar de que se espera que casi 160 países de un total de 193 lo apoyen. Ahora la ONU envía las nuevas solicitudes de adhesión al Consejo de Seguridad para su votación. Los candidatos seleccionados deben obtener al menos nueve votos afirmativos del Consejo, incluido el requisito de que ninguno de los cinco miembros permanentes ejerza su derecho de veto. Algo que será imposible por el veto de Estados Unidos.
Recordemos que Augusto Zamora R. es profesor de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre sus libros está Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos, Réquiem polifónico por Occidente, De Ucrania al mar de la China, Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos y el último publicado Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas
Negar el visado a la delegación palestina ha sido poco jaleado y explicado. No llegó a entender (o si) como un país hace algo ilegal y la misma ONU no tiene mecanismos para corregir esa infracción.