Augusto Zamora R.
Para situar el tema en contexto es preciso poner los pies en la tierra, literalmente. No son, nunca han sido Irán e Israel potencias equivalentes. Creerse ese cuento es de fanáticos o de majaderos. Israel tiene 26.000 kilómetros cuadrados y ocho millones de habitantes, territorio que debe compartir con cinco millones de palestinos. Carece de recursos naturales y energéticos y su defensa depende, en un 90%, de EEUU y, en menor medida, de las satrapías europeas. No hay más. Irán tiene 1.780.000 kilómetros cuadrados y 90 millones de habitantes. Dispone de algunas de las mayores reservas energéticas del mundo y de incontables recursos naturales. Fabrica la práctica totalidad de su armamento y es, con diferencia, el país más poderoso de Oriente Medio. En un conflicto taco a taco con Israel, la enorme asimetría aseguraría- una rápida y desastrosa derrota de Israel. Las guerras, desde siempre, las suele ganar quien tiene más recursos y más soldados y, en este tema, se engaña solamente quien quiera engañarse.
Las agencias noticiosas y una generalidad de comentaristas hablan o se refieren a los ataques de Israel contra Irán como si esos ataques los realizaran en su totalidad las Fuerzas genocidas de Israel, pero nada más lejos de la realidad. Israel, por sí mismo, no tiene capacidad para realizar tal tipo de ataques. No lo decimos nosotros. Lo acaba de resumir la revista estadounidense Military Watch, en estos términos:
Estados Unidos ya participa activamente en el conflicto iraní-israelí, proporcionando no solo inteligencia, datos de objetivos y armamento a las Fuerzas de Defensa de Israel, sino también desplegando sistemas de defensa aérea THAAD del Ejército estadounidense y destructores AEGIS para apoyar la interceptación de misiles balísticos iraníes. Informes no confirmados indican que cazas estadounidenses también han apoyado la interceptación de drones iraníes, como ya hicieron durante intercambios previos menos intensos entre Irán e Israel en abril y octubre de 2024. Según informes, la Fuerza Aérea Israelí también ha dependido en gran medida del apoyo de reabastecimiento aéreo de varios miembros de la OTAN, incluidos Estados Unidos y Alemania, para que sus cazas alcancen objetivos iraníes.
Sigamos con fuentes de EEUU. El diario The Washington Post, en un artículo firmado por Gerry Shih, Susana Georgey Evan Hill, de 17 de junio de 2025, dice lo siguiente:
Sin reabastecimientos de Estados Unidos ni una mayor participación de sus fuerzas, algunas evaluaciones proyectan que Israel podría mantener su defensa antimisiles durante 10 o 12 días más si Irán mantiene un ritmo constante de ataques, según una fuente informada sobre las evaluaciones de inteligencia de Estados Unidos e Israel. Añadió que, incluso a finales de esta semana, los sistemas israelíes podrían solo ser capaces de interceptar una proporción menor de misiles debido a la necesidad de racionar la munición defensiva. «Tendrán que seleccionar lo que quieren interceptar», declaró la fuente, que habló bajo condición de anonimato para tratar un asunto delicado. «El sistema ya está desbordado».
La revista Military Watch, por su parte, en un artículo del 18 de junio de 2025, titulado “El arsenal de defensa antimisiles de Israel se agotó tras solo cinco días de ataques iraníes”, comenta:
Los sistemas de defensa antimisiles israelíes han demostrado tener dificultades para interceptar ataques lanzados incluso con misiles balísticos de clase relativamente básica, como los lanzados por las fuerzas de la Coalición Ansurullah en Yemen. Esto ha puesto en seria duda su capacidad para interceptar misiles iraníes de mediano y alto calibre. La escasez israelí de misiles antibalísticos ya era un problema grave a mediados de 2024, con los continuos ataques con misiles balísticos desde Yemen, dos ataques a gran escala desde Irán en abril y septiembre, y, en menor medida, los ataques del grupo paramilitar libanés Hezbolá, que habían agotado el arsenal. Según informes, los exitosos esfuerzos de Hezbolá para atacar específicamente los activos de defensa antimisiles israelíes empeoraron la situación. Esta escasez llevó a Estados Unidos a desempeñar un papel más importante en la defensa del territorio israelí contra los ataques con misiles, y como resultado, las Fuerzas Armadas estadounidenses también vieron sus arsenales de misiles antibalísticos bajo una creciente presión debido al despliegue de los sistemas THAAD del Ejército estadounidense y AEGIS de la Armada estadounidense para proteger a Israel.
Como pueden leer, en el conflicto de Israel contra Irán, hay mucho ruido y pocos misiles antimisiles. No sólo en los arsenales de Israel, sino en los propios arsenales de EEUU. De esta guisa, podría el presidente Trump ordenar un ataque aéreo contra objetivos iraníes, pero será cosa de echar a suertes los resultados finales de ese ataque. Recordemos, sin ir más lejos, que el operativo aéreo y naval contra las fuerzas hutíes de Yemen, realizado por EEUU, terminó en chasco, pidiendo cacao Washington, pues los hutíes, aparte de derribarles dos docenas de costosos drones y tres costosísimos cazabombarderos, poco más y le pegan un misilazo a uno de sus flamantes portaaviones, lo que habría generado un bochorno mayúsculo, evidenciando la vulnerabilidad de estas plataformas.
Ahora hagamos números y comparemos el arsenal de los heroicos y osados hutíes con el arsenal que posee Irán. Si EEUU no pudo doblegar a los hutíes, ¿cómo piensa doblegar a Irán? ¿Qué destino les espera a las bases estadounidenses en Bahréin, Qatar o Emiratos Árabes Unidos? Los portaaviones pueden moverse; las bases militares no. Y están, todas, a tiro de pichón de los misiles iraníes.
Pensemos otra cuestión. Los cazabombarderos necesitan campos de aterrizaje. Las bases de EEUU en la península arábiga necesitan el permiso de los gobiernos para poder ser usadas en acciones bélicas. ¿Darían este permiso los respectivos gobiernos, sabiendo que, con ese permiso, están abriendo las puertas del infierno y que sus países serán los que paguen el pato, la pata y el ganso? Arabia Saudita ha expresado su apoyo a Irán y condenado la agresión israelí. Reacciones similares han tenido otros gobiernos de la región. ¿Irán a la guerra contra Irán? Todo es posible, pero, desde aquí, lo dudamos.
Tan es así que EEUU está concentrando sus aviones en bases europeas, sobre todo las de España (¡ay, España, qué vergüenza das!). Si los árabes no dan permiso, los aviones tendrán que despegar de portaaviones y bases europeas. Largas serían las distancias y rusos y chinos alertarían a Irán del despegue de los cazabombarderos gringos. Hay 5.000 kilómetros de España a Irán. Los cazabombarderos tienen, de media, una autonomía de vuelo de 2.000 kilómetros. Tendrían que ser reabastecidos en el aire, lo que retrasaría más su llegada. En suma, de todo habría, menos sorpresa, cuestión ésta de principal importancia en las cosas militares.
Otra cuestión. El ataque sionista, aunque no lo parezca en primera instancia, es parte de un conflicto mayor, de escala mundial, relacionado hondamente con el cambio sistémico que vive el mundo hoy. Un cambio que es esto: la sustitución de cinco siglos y medio de hegemonía occidental por un mundo multipolar, encabezado por las grandes potencias emergentes (China, Rusia, India) y potencias regionales (Irán, Indonesia, Paquistán, Sudáfrica). Nada ni nadie podrá detener el proceso de cambio sistémico. Israel es la pieza de la OTAN en Oriente Medio, como Japón, Taiwán y Corea del Sur lo son en Asia/Pacífico, y Alemania y Polonia en Europa. Fichas de un tablero global.
Desde esa perspectiva, el ataque a Irán es un ataque a la retaguardia estratégica de Rusia y China. A un país esencial en la construcción del mundo multipolar. Se entenderá mejor esto viendo un mapa de Eurasia. En ese mapa puede verse el cubo de países adversarios del atlantismo. Rusia, dominando el Ártico y el flanco europeo. China, la superpotencia que se proyecta hacia el Pacífico. India, dominando el Índico. E Irán, la pieza insustituible en Oriente Medio, el golfo Pérsico y el Mar de Omán. El mundo multipolar frente a los tardo-imperialismos y sus perros guardianes de pocos dientes.
No hay, en este presente, conflictos aislados. El mundo euroasiático es un sistema de vasos comunicantes, de forma que unas crisis están vinculadas o repercuten o tienen derivaciones en las otras. Un conflicto abierto en Oriente Medio sería un regalo para Rusia en Ucrania y para China en Asia/Pacífico. Daba la debilidad de Israel, EEUU tendría que derivar ingentes recursos para sostener al Estado sionista, recursos que se extraerían de fondos destinados a Ucrania, Europa y el Pacífico. Cuanto más grave y más prolongado en el tiempo sea el conflicto, peor para EEUU y mejor para Rusia y China. Y atrozmente mal para Europa, Japón y Corea del Sur, que, como importadores netos de energía, verían desplomarse sus ya débiles economías. Un alza exponencial del gas y el petróleo dinamitaría su tejido industrial y liquidaría miles de empresas.
Terminamos esto, escrito a vuelapluma y sin más ayuda que el corrector automático, citando a Jude Russo, editor jefe de The American Conservstive, en su artículo No es nuestra guerra, de 13 de junio pasado:
El hecho de que Irán se encuentre en la periferia estadounidense (y, en relación con Estados Unidos, sea débil) significa que las consecuencias negativas de incluso una participación directa llegarán con retraso y, al principio, de forma remota, como ocurrió con las consecuencias negativas de la guerra de Irak. Pero quizás no con tanto retraso ni tan remotamente: el poderío estadounidense está mucho más debilitado que en 2003, la sociedad estadounidense está mucho menos cohesionada y el Tesoro estadounidense se encuentra en una situación mucho más precaria.
Si bien esta situación no es ideal, Estados Unidos puede tomar medidas para mitigar el daño. Parte de la habilidad política consiste en tener en cuenta las insensateces de futuros líderes y anticiparse a ellas. A veces, salir de una región solo se logra saliendo.
Sabio consejo. Lo dicho. Esto está escrito a vuelapluma que, por su extensión, parece pluma de dinosaurio en transición de T-Rex a ave. Sean benignos con los errores, que es hora de remitirse al sueño (y a un vaso de bon vino).
Augusto Zamora R. es profesor de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre sus libros está Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos, Réquiem polifónico por Occidente, De Ucrania al mar de la China, Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos y el recién publicado Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas.