No cierres los ojos Akal

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Jordi Maiso

Libros sobre Marx se publican muchos, pero este no es uno más. Hay libros que levantan polvareda pero no dejan gran cosa tras de sí. Este es más bien un libro de los que dejan poso. Va a los fundamentos del proyecto teórico de un autor tan exigente y rico como Marx. Es un libro muy bien documentado y muy bien escrito, fruto de toda una trayectoria de trabajo de la que el autor ha dado ya valiosas muestras en numerosas publicaciones y algunas ediciones y traducciones. Para los que conocemos el trabajo de César Ruiz, este es un libro que habíamos esperado con grandes expectativas, y su lectura ciertamente no decepciona. Sin necesidad de aspavientos, presenta una lectura que no solo ofrece un acceso con pocos precedentes a la obra de Marx en cuanto a análisis, rigor y claridad, sino que ofrece una visión integral de su obra que conmociona y trastoca el modo como se ha leído hasta hoy a Marx.

Si en la última década el interés por la obra de Marx ha vuelto a resurgir, Historia y sistema en Marx permite una vuelta a Marx más allá de las deformaciones e ideologemas que han lastrado el acceso a su obra. Se trata de un libro que desbroza el camino hacia sus textos y al mismo tiempo ofrece una introducción esmerada, rigurosa y exhaustiva de su obra. Aquí se clarifica lo que se ha oscurecido en la historia de la recepción de una obra que ha sido tan influyente como malinterpretada. Por una parte el texto parte de la necesidad de distinguir entre Marx y los marxismos (en rigor de marxismos ha de hablarse siempre en plural, como bien señala César Ruiz), pero también evidencia que es preciso diferenciar fases y estratos en la obra de Marx, que a menudo se han superpuesto y confundido en la recepción, llevando a una interpretación distorsionada de su pensamiento. Finalmente, no se escatiman esclarecedoras confrontaciones con importantes interlocutores de la obra de Marx a lo largo del siglo XX que han ofrecido una imagen deformada de su pensamiento: ante todo Popper y su crítica a la «miseria del historicismo», que interpreta a Marx como un filósofo determinista de la historia, así como la reconstrucción habermasiana del «materialismo histórico» o incluso la tan influyente lectura de Lukács en Historia y conciencia de clase, que abriría toda una vía de nuevos accesos a sus textos. Frente a ellos, el libro pone de manifiesto que el Marx maduro no ofrece una teoría de la historia, y que este tampoco es su cometido. Lo que presenta es una crítica de la economía política.

Ante todo, Historia y sistema en Marx ofrece una visión precisa del conjunto de la obra marxiana y de sus discontinuidades, estableciendo como hilo conductor su relación con Hegel. Revela el paso de un joven Marx formado en las discusiones de la izquierda hegeliana, cuyo acercamiento a la economía le va alejando del idealismo para articular una crítica de la economía primero en clave antropológica marcada por la influencia de Feuerbach (es la época de los Manuscritos de París); a partir de su ruptura con Feuerbach pasa a una visión más empirista que dará lugar a la articulación de la «visión materialista de la historia» (La ideología alemana). Finalmente, a partir de 1857, plantea una lectura categorial del modo de producción capitalista en la que se vuelve a Hegel sobre bases nuevas: su influencia no consiste aquí en una determinada visión de la historia, sino más bien del sistema. Toda la segunda parte del libro es una exposición minuciosa del método y las claves epistemológicas del proyecto de la crítica de la economía política marxiana.

Por todo ello este libro saca a la luz el núcleo de la labor teórica de Marx frente a contrapelo de las visiones que han ofrecido los marxismos predominantes. En este sentido el trabajo de César Ruiz se apoya en una nueva lectura de Marx que ha ido cristalizando en Alemania en las últimas décadas, pero que aún no han tenido una recepción adecuada en España. El propio César ha sido el principal introductor y traductor de algunos de los principales autores de esta nueva recepción de Marx, como es sobre todo Michael Heinrich. Pero entender el alcance de esta nueva lectura de Marx, que ofrece nuevas claves para la interpretación de su obra que conmocionan la visión canonizada en los marxismos hegemónicos, exige algunas aclaraciones.

En un principio, el surgimiento de una visión unificada del marxismo se debe más bien a Engels. Él fue quien llevó a cabo la labor editorial que dio a conocer buena parte de los escritos de Marx –no siempre de forma fiable–, y textos como el Anti-Dühring o en Del socialismo utópico al socialismo científico llevaron a cabo una vulgarización de los planteamientos de Marx que debía hacer accesible su pensamiento a su supuesto «destinatario histórico». De modo que el surgimiento del marxismo tradicional –también a manos de figuras como Mehring o Kautsky– sería inseparable de las urgencias del movimiento obrero a finales del siglo XIX. El pensamiento de Marx quedó aquí degradado a mera cosmovisión, como una especie de «catecismo del movimiento obrero» que buscaba ofrecer una visión unificada y general de la sociedad y de la historia capaz de disputar la hegemonía a la visión burguesa del mundo. Pero ceder a estas urgencias se revelaría extremadamente nocivo para la recepción del pensamiento de Marx, que con la Segunda Internacional y el marxismo-leninismo quedaría grotescamente simplificado en una visión vulgarizada de la economía política y una visión determinista de la historia –el famoso «materialismo dialéctico«–. No en vano se ha hablado en este sentido del marxismo como un «rumor sobre la teoría de Marx» (Ingo Elbe). Esto llevó a que se perdiera completamente de vista la dimensión fundamental del proyecto teórico de Marx: su crítica de la economía política.

El llamado «marxismo occidental» o «marxismo crítico» fue una reacción a las simplificaciones de este marxismo vulgar, cuestionó su lectura ideologizante y recuperó elementos fundamentales del pensamiento marxiano. Su patrón de lectura estuvo en buena medida marcado por un tamiz hegelianizante (Lukács, Bloch y Marcuse, más tarde también Lefebvre y Kosic). La influencia de la publicación de los Manuscritos de París llevó a que algunos de ellos leyeran al Marx maduro desde los parámetros de los escritos juveniles, otros priorizaron la dimensión filosófica del pensamiento marxiano, incidiendo en los problemas de la historia y del sujeto, y autores como Gramsci o los integrantes de la teoría crítica frankfurtiana intentaron actualizar a Marx en diálogo con una realidad histórica transformada. Así surgieron propuestas con mucha más potencia teórica. Pero, al oponerse a la lectura economicista del marxismo vulgar, este marxismo crítico acabó dejando en segundo plano el proyecto de la crítica de la economía política, que apenas trataron en profundidad. En este sentido la confrontación sistemática y en profundidad con la crítica de la economía política Marx y su núcleo teórico fundamental –la teoría del valor– tendría que esperar hasta los años sesenta.

En este sentido el congreso celebrado en Frankfurt en 1967 con motivo del centenario de El capital podría tomarse como un hito. Por supuesto que había antecedentes en la discusión de la obra de Marx, como los estudios de Isaak Rubin sobre la teoría marxista del valor en los años veinte, o la propia comprensión de Althusser sobre la ruptura entre los escritos marxianos de juventud y su obra madura en la crítica de la economía política. Pero en los años sesenta cristaliza en Alemania occidental una nueva línea de interpretación que construye sobre la herencia del marxismo crítico de Th. W. Adorno y A. Sohn-Rethel y va a tener sus primeros representantes en Alfred Schmidt, Hans-Georg Backhaus y Helmut Reichelt. En su estela vendrán más tarde las posiciones de Michael Heinrich o Ingo Elbe. Esa es la Nueva Lectura de Marx que está a la base de Historia y sistema en Marx. El objetivo de esta lectura es reconstruir el proyecto de la crítica de la economía política a partir de una revisión minuciosa de los manuscritos preparatorios de El capital y sus distintas ediciones. Eso va a permitir un nuevo acceso a Marx y a sus textos, que saca a la luz la dimensión sistemática del análisis categorial y evidencia que los progresivos esfuerzos de Marx por popularizar de su obra oscurecieron la dimensión metodológica y epistemológica de su planteamiento. El resultado es una puesta en claro de la arquitectónica de El capital que pone en el centro el núcleo teórico fundamental de la crítica de la economía política: la teoría del valor y el problema del fetichismo.

La investigación que está a la base de este libro se apoya en este trabajo de reconstrucción y presenta la primera aportación de gran envergadura a la lectura de Marx desde estas coordenadas en castellano. El libro de César Ruiz contribuye además a esta línea de trabajo con una puesta en claro de la propia evolución de la relevancia de Hegel en la obra de Marx. Esto permite situar toda la discusión acerca de Marx sobre nuevas bases, con un fundamento textual más riguroso que revela la potencia teórica de su planteamiento y pone de manifiesto nuevas claves de actualidad en la comprensión marxiana del capitalismo. Esto ofrece una lectura menos perecedera de la obra de Marx, que revela que, en su nivel de análisis categorial más profundo, sigue siendo nuestro contemporáneo más de 150 años después de la publicación de El capital.

Si Marx sigue siendo un autor fundamental para nuestro presente es porque saca a la luz la dinámica constitutiva del sistema capitalista, revelando por una parte las insuficiencias de la economía política clásica y su inadecuada comprensión de su objeto, y por otra sentando los fundamentos de una nueva teoría social. Lo que Marx lleva a cabo no es solo una versión alternativa o crítica de la economía, sino una crítica de la economía política: una crítica de los fundamentos mismos de esta ciencia que al mismo tiempo pone en claro los entresijos del metabolismo social del sistema capitalista, los desnaturaliza y los somete a crítica. En este sentido, como César Ruiz muestra de forma convincente, la crítica de la economía política es una crítica inmanente: parte de categorías como las que utiliza la economía política clásica, pero pone de manifiesto cómo en ellas se encierran relaciones sociales. En este sentido es una exposición del sistema de la economía política y, a través de la exposición, articula una crítica del mismo.

Historia y sistema en Marx se centra en el fundamento categorial de la crítica de la economía política (el propio Marx se refería a las categorías como «modos de ser», «determinaciones de la forma de existencia»), y presenta algo así como un viaje al corazón de las tinieblas de la socialización capitalista. Revela que el engarzamiento de estas categorías tiene una dimensión sistemática, que a su vez se apoya en unos presupuestos históricos que su lógica reproduce una y otra vez. Marx desnaturaliza las formas y categorías básicas de la economía política, que no pueden aplicarse indistintamente a cualquier sociedad humana a lo largo de la historia. Si en ellas se encierran relaciones sociales es porque lo que en ellas se juegan no son determinaciones transhistóricas de la sociedad y la economía, sino que se refieren a una forma de constitución social precisa: la del modo de producción capitalista. En su epicentro está la categoría del valor y el movimiento del capital como valor que se valoriza a sí mismo, que apunta al núcleo específico del modo de socialización capitalista. Marx revela los entresijos de su lógica, pero también su carácter histórico, abriendo así la vía a su superación.

Lo cierto es que el entramado categorial de la sociedad capitalista en su conjunto –que es el objeto de la crítica de la economía política– no puede abarcarse como tal de forma inmediata en la exposición teórica. Más bien debe desarrollarse en el pensamiento como una serie de determinaciones teóricas que en la realidad no existen de esa manera, sino que se dan inmediatamente como un todo. Marx parte de la mercancía, no del capital, y va de las formas más simples y abstractas a las más concretas y desarrolladas en un progreso conceptual. De modo que las categorías son reales, pero en su propia existencia en el entramado social real se distinguen de su exposición en la teoría. La exposición articula las categorías para fundar el sistema teórico en el que se expresa conceptualmente la realidad social del modo de producción capitalista: en ese sentido la exposición tiene una dimensión constructiva.

Se trata de una construcción de su objeto como un desarrollo conceptual de carácter interno y necesario que pone de manifiesto un entramado categorial que es también exposición y crítica de la forma de constitución de las relaciones sociales en el capitalismo. El problema es que históricamente esto se confundió con una panorámica histórica –que partiría de la llamada «producción mercantil simple» (Engels) para mostrar su transición al capital–. El presente libro pone de manifiesto de modo inequívoco cómo si la exposición de Marx parte de la circulación y abstrae temporalmente de la producción es precisamente en tanto que crítica inmanente de la economía burguesa: asume su punto de partida para, desde ahí, desmontar sus presupuestos. En este sentido el libro tiene un carácter enormemente clarificador que puede ahorrar muchos quebraderos de cabeza en la confrontación con El capital.

Por todo ello creo que no es exagerado decir que Historia y sistema en Marx es un libro que puede marcar un antes y un después en la discusión sobre Marx en castellano. Aquí se sientan las bases de una lectura de la crítica de la economía política que permite un acceso más fecundo a su obra y a su actualidad.

Historia y sistema en Marx  – César Ruiz Sanjuán – Siglo XXI Editores

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