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Alberto Lardiés  | La democracia borbónica

Las filtraciones de datos sensibles sobre los políticos independentistas son las más conocidas, quizá, pero no las únicas durante la etapa de Fernández Díaz. Porque el Ministerio del Interior también utilizó a sus agentes especiales para actuar contra otros oponentes políticos. Quizás el mejor ejemplo sea la elaboración del famoso Informe Pisa (acrónimo de «Pablo Iglesias Sociedad Anónima») sobre la presunta financiación irregular de Podemos. A finales de 2015 y en 2016, la cúpula política del Ministerio del Interior controló y dosificó las filtraciones a medios de comunicación acerca de las investigaciones sobre la supuesta corrupción en las cuentas de Podemos. Los responsables del departamento dirigido por Fernández Díaz decidían cuándo se debía difundir cada bomba informativa y hasta qué medio debía hacerlo.

El objetivo de este control político, que además creó malestar en medios policiales e interferencias en varias investigaciones en curso, fue utilizar el impacto de estas noticias en la opinión pública en favor de la estrategia electoral del Partido Popular. Pasadas las elecciones del 20 de diciembre de 2015, se sucedieron varias informaciones sobre la financiación del partido liderado por Pablo Iglesias. Los medios se hicieron eco de pesquisas policiales que, por su naturaleza, evidentemente salieron del Ministerio del Interior. Unas filtraciones que se produjeron en momentos clave de las negociaciones para la formación de gobierno. Como la Fiscalía Anticorrupción no veía delitos en la documentación que manejaban los mandos de Interior sobre las cuentas de Podemos, se filtraban directamente desde el Ministerio para que después se judicializasen. Embarrar el terreno sin necesidad de que nada fuera verdad, claro.

El modus operandi de los responsables del Ministerio del Interior resulta escandaloso. Diversos mandos policiales que dependían jerárquicamente de la Secretaría de Estado de Seguridad, entonces dirigida por Francisco Martínez Vázquez, mantenían reuniones con periodistas de diversos medios. En dichos encuentros, los comisarios de turno mostraban a los informadores documentos con información pretendidamente sensible sobre la financiación de Podemos. Y a renglón seguido los mandos policiales daban a entender a sus interlocutores que la fecha de publicación de los documentos se fijaría por «órdenes de arriba». No importaba la verosimilitud de los datos, sólo se trataba de utilizarlos para erosionar lo más posible a Podemos y para impedir su entrada en el Gobierno.

Prueba de esta estrategia de filtraciones coincidente con la estrategia electoral del PP es que el famoso Informe Pisa no se publicó en la campaña electoral del 20-D. En los días previos a las elecciones generales, mandos de la Policía exhibieron ante varios periodistas este documento, fabricado en la Dirección Adjunta Operativa de la Dirección General de la Policía. Los superiores habían decidido que no se publicase hasta después de los comicios, con la intención de no perjudicar al partido de los círculos para que obtuviera un buen resultado electoral; así, colateralmente, lastraría las opciones del PSOE y beneficiaría al PP. La Policía, al servicio del Gobierno de turno.

En esa luctuosa época de Rajoy en el poder, el Gobierno fue aún más allá en la utilización de las fuerzas policiales. Porque agentes encubiertos, los mismos enrolados en la «brigada patriótica» contra políticos catalanes y los mismos que traficaban con datos construidos contra Podemos, se dedicaron a espiar y sustraer documentación tanto a Bárcenas como a otros elementos que el Ejecutivo consideraba peligrosos.

El texto de esta entrada es un fragmento de: “La democracia borbónica. De cómo las elites se reparten el poder y el botín” de Alberto Lardiés Galarreta.

La democracia borbónica

portada-democracia-borbonicaLos hechos demuestran que las elites políticas y económicas se reparten el poder y el botín desde hace 40 años. De la perniciosa, difusa y silenciada confluencia de sus intereses tratan estas páginas. De la amalgama de políticos, banqueros y empresarios que, aliados con el único objetivo de que nada cambie, mueven los hilos. De sus relaciones ocultas que conforman un capitalismo clientelar. De los hacedores y sostenes de un régimen que permite que ellos y sus afines se enriquezcan o decidan mientras la mayoría de ciudadanos paga la factura a final de mes.

Con nombres y apellidos, sin sectarismos y con argumentos, este libro repasa y denuncia los casos que ilustran las carencias de una democracia que es borbónica por los Borbones y por el pertinaz borboneo de sus elites: la sobreprotección legal de la Corona, la operación secreta que garantizó la sucesión en el trono en 2014, el carpetazo al caso Corinna para salvar al rey emérito, los privilegios del bipartidismo -como los aforamientos, el enchufismo o los másteres universitarios regalados-, el gran timo del rescate bancario, las tarjetas black como mejor exponente del saqueo de las cajas de ahorro, la amnistía fiscal para ayudar a los defraudadores, las ayudas al grupo Prisa o la intervención del Tribunal Supremo a favor de los bancos.

El sistema está más cerca del colapso gracias a la crisis constitucional derivada del procés en Cataluña y al insoportable hedor de las cloacas de Villarejo. La democracia borbónica está agotada. Regenerarse o morir, esa es la cuestión.

Ebook La democracia borbónica – Alberto Lardiés Galarreta – Akal

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