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Pascual Serrano

Tradicionalmente, los partidos, sindicatos y todo tipo de organizaciones de izquierda se quejaban de lo difícil que era movilizar a sus militantes y simpatizantes. Lo sucedido en las diferentes manifestaciones surgidas tras la crisis de 2008 en diversos países fue precisamente lo contrario: la gente se movilizó al margen de las organizaciones. Entonces muchos se dieron cuenta de lo difícil que era crear una estructura organizada con toda esa movilización; ahora tenían a la gente, pero no la organización, justo lo contrario de la experiencia anterior. Se habían llenado las calles de manifestantes, pero no eran capaces de mantener de forma estable esa relación al final de la jornada en un espacio que no fuera la nube de internet. Este libro trata de algo que, según hemos podido comprobar, resultaba quizá más complejo que la movilización: organizar a quienes habían salido a la calle en estructuras estables, participativas y democráticas pero también jerarquizadas, plurales, que a su vez tienen un programa definido. Es decir, dar una solución a la expresión «indignarse no basta», que acuñó entonces el veterano comunista Pietro Ingrao.

Esta nueva obra de la colección A Fondo, De las calles a las urnas. Nuevos partidos de izquierda en la Europa de la austeridad, repasa cinco casos de lo expuesto antes en otros tantos países: Francia Insumisa, el Bloque de Izquierda portugués, Syriza, el Partido Laborista británico ahora dirigido por Jeremy Corbyn y Podemos. Coordinado por Pablo Castaño, creo que ha sido una suerte poder contar con un autor especializado en cada país, para así analizar los diferentes partidos. Los autores, investigadores universitarios y activistas, tienen una estrecha relación con las organizaciones y los nuevos movimientos políticos europeos. Todos ellos dirigidos por Castaño, que ha traducido del inglés los capítulos sobre el Bloque de Izquierda, Syriza y el Partido Laborista, ha dotado a toda la obra de una cohesión imprescindible para los lectores hispanohablantes.

El repaso a los cinco ejemplos permite observar elementos comunes y elementos diferenciados. Quizás uno de los más comunes es la vocación de ruptura de todos ellos con el marco político anterior, desde los que nacen desde cero, como el caso de Podemos, hasta los que se desarrollan en el interior de un partido clásico, como el Laborista británico o Syriza. Incluso algunos, como Mélenchon de Francia Insumisa, lleván más allá su ruptura y plantean una Asamblea Constituyente para una nueva República. A partir de ahí los autores identifican elementos claves: discurso, programa y organización, que se observan en todos los partidos.

Otra característica es que, aunque los proyectos políticos sean nuevos, algunos de los líderes proceden de partidos tradicionales. Mélenchon procede del Partido Socialista francés y Pablo Iglesias trabajó como asesor de Izquierda Unida, lo que vendría a mostrar que, desde el interior de los partidos de toda la vida, surgen ya el desencanto y el deseo de regenerar las formas políticas.

Sus tácticas no siempre fueron coincidentes: mientras Podemos en sus inicios hizo de una calculada ambigüedad su estrategia política, Francia Insumisa basó su éxito popular en un elaboradísimo programa político con 41 cuadernos programáticos. Y hablando de programa, es importante detectar qué grado de radicalidad plantean. En algunos casos hay una moderación calculada a la hora de presentar propuestas concretas, aunque el discurso aparentemente sea radical, como sucede en Podemos; en otros es de destacar iniciativas de gran calado como la de Corbyn, precisamente en la cuna del libre mercado, proponiendo que las grandes empresas transfieran durante diez años el 1 por 100 de su capital a los trabajadores y al Estado.

Los nuevos movimientos han puesto el acento en varios elementos innovadores como el populismo, un concepto sobre el que se han derramado ríos de tinta, y se seguirán derramando, o el término clase obrera, que también es objeto de controversia en nuestros tiempos. El populismo genera un discurso político que, a diferencia de los partidos tradicionales que planteaban el debate entre izquierda y derecha, ahora se presenta entre pueblo y elite. Recordemos el vocablo fetiche de Podemos, casta. Es evidente que estos partidos han encontrado mecanismos nuevos de movilización en la medida en que aglutinan no sólo la cólera contra los recortes, sino el señalamiento de que existe una crisis de representatividad en nuestras democracias, algo que sobrevuela por encima del eje derecha-izquierda y que los autores califican de un acierto de los partidos estudiados.

La consideración que tienen de los medios de comunicación también es novedosa. Hasta hace unos años, todas las opciones políticas, desde las más conservadoras hasta las más irreverentes, buscaban el modo de influir y seducir a la prensa. Ese paradigma se ha roto; muchas de estas nuevas organizaciones, y no solamente ellas, también desde la ultraderecha, han adoptado un discurso de confrontación contra los medios. Se podrá discutir si es una estrategia acertada o no, pero es evidente que está justificada tras la experiencia de un comportamiento sesgado por parte de la cobertura mediática, que, al final, ha terminado en enfrentamiento abierto, convencidas muchas opciones políticas de que la táctica de zalameo y adulación a los medios ya no tenía razón de ser.

La actitud ante los símbolos nacionales, que en determinados países habían sido patrimonializados por la derecha, también ha sido una novedad en algunos de estos partidos. Podemos y Francia Insumisa han roto con el tradicional distanciamiento de la izquierda respecto a esos símbolos y han intentado recuperarlos para todos los ciudadanos. De ahí Melenchón cerrando sus actos con La Marsellesa e Iglesias reivindicando el término patria.

El liderazgo es otro elemento fundamental. Es lógico si se trata de organizaciones nuevas, que no disponen de pasado o que intentan renegar de él (Laboristas). Se necesita una figura que represente el cambio y la novedad. Para compensar el hiperliderazgo, deben recurrir a nuevos órganos de participación: círculos, grupos de acción… Otro debate que se ha generado en el seno de los partidos estudiados es la nueva relación entre líderes y bases, e incluso se han confrontado con el formato de los partidos clásicos. Algunas de las nuevas organizaciones han incluido como carta de presentación su rechazo a los partidos tradicionales, si bien es verdad que han terminado adoptando muchos de los órganos y estructuras de estos; de hecho, en algunos casos han evolucionado federándose con alguno de ellos o incorporándolos. Es el caso de Portugal, donde más que crearse un partido nuevo se consigue una unidad de acción entre los existentes. Frente a ello tenemos el caso británico, donde un papel significado lo ha tenido el sindicalismo laborista, precisamente un sector muy criticado en otros países por su poca combatividad.

Otra diferencia que se observa en los nuevos partidos es que cada país tiene sus propios tiempos. Tanto para el levantamiento indignado contra las políticas de austeridad como para la cristalización de iniciativas organizadas. Mientras que en unos países se llenaban las calles, en otros no se movía nada; cuando en unos había un repliegue de la movilización, en otros nacían proyectos políticos, pero esta obra, con gran acierto, ha logrado detectar la tendencia común, la que da título a la obra, pasar de la calle a las urnas.

El lector observará que, aunque los autores no esconden su simpatía por estos movimientos, tienen la honestidad intelectual de exponer algunas críticas que convierten la obra en un ejemplo de rigor y profesionalidad. El caso más elocuente es el de Syriza, donde la frustración ha sido mayor al comprobar cómo ha incumplido sus promesas de enfrentarse a las exigencias de la Troika y no aplicar los recortes que le exigían. También este caso nos sirve para observar que las coherencias o traiciones de estos partidos tienen repercusión en el entusiasmo o la frustración que despierten los otros partidos en sus países. El fenómeno de Syriza tiene el rasgo excepcional de que es el único de estos partidos que ha llegado al gobierno al nivel estatal, de ahí la importancia para comprobar las dificultades que se pueden encontrar a la hora de enfrentarse a poderes estructurales que impiden cambios y valorar hasta dónde están dispuestos a llegar estos movimientos en su confrontación contra el statu quo.

Esta obra también nos permite sacar conclusiones sobre la evolución de otros partidos diferentes a los estudiados. Ahí está el caso de los socialdemócratas: en la medida en que se han alineado con la austeridad (en Francia, Alemania o Grecia), se han hundido y, en donde se han acercado a los nuevos movimientos de izquierda, se han podido salvar del desastre (Portugal y España).

Casi todos nosotros podemos estar más o menos informados de cómo se ha desarrollado este paso de la calle a las urnas en nuestro país; sin embargo, una de las tristes características de esta Unión Europea es el desconocimiento de los procesos populares que se desarrollan fuera de cada una de nuestras fronteras. Conocerlos supone aprender de otras experiencias, ayudar a no repetir errores y, por supuesto, coordinar propuestas y acciones. Quizá por ello no existe mucho interés desde las elites en facilitar esas comunicaciones y esas informaciones. Poder reunir a estos autores, en los que se aúnan inquietudes similares con conocimientos específicos de los procesos políticos en sus países, es una suerte para nosotros. Sin quizá saberlo ellos, con trabajos como este están colaborando más a unir a los pueblos de la Unión Europea que muchas de las instituciones oficiales que dicen representarnos.

De las calles a las urnas. Nuevos partidos de izquierda en la Europa de la austeridad – Pablo Castaño (Coordinador) – Akal

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