No cierres los ojos Akal

Nuestra Carta Magna cumple cuarenta años. Mientras que el pensamiento oficial tiene clara su posición ante cada aniversario –boato y celebraciones autoreferenciales–, los sectores más críticos lo viven con una dicotomía de amor/odio. Unas veces reniegan de ella porque consolidó la monarquía y la economía de mercado, y otras la reivindican y denuncian que no se cumplen muchos de sus derechos.

Antes de arrancar un debate sobre las bondades o maldades de la Constitución, sería bueno hacer un repaso donde contrastemos lo que dice el papel y lo que hay en la vida real:

  • Todos tienen derecho a la vida y a la integridad físical y moral (art. 15): «950 mujeres asesinadas por violencia machista desde que hay estadísticas oficiales» (Público, 28 de agosto de 2018).
  • Ninguna confesión tendrá carácter estatal (art. 16.3): «La Iglesia recibe más de 11.000 millones de euros al año en diversos conceptos, sigue exenta de varios impuestos y no hay control sobre el dinero recaudado en sus templos. El Estado paga el sueldo de obispos, sacerdotes, profesores de Religión y capellanes, sostiene los templos patrimoniales y financia miles de colegios, hospitales y dispensarios católicos» (Eldiario.es, 5 de febrero de 2017).
  • Se reconocen y protegen los derechos a comunicar y recibir información veraz por cualquier medio de difusión (art. 20.1.d): «España es el país de Europa donde más proliferan las noticias falsas» (Eitb, 23 de mayo de 2018).
  • Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad (art. 31.1): «Los grandes bancos no pagan nada a Hacienda por el impuesto de sociedades» (Infolibre, 16 de julio de 2018).
  • Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo (art. 35): «La tasa de paro femenino de España es la segunda más alta de la UE» (Público, 9 de octubre de 2018). «El último día del mes de agosto se perdieron más de 300.000 empleos» (El Mundo, 4 de septiembre de 2018).
  • […] y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia (art. 35): «El ingreso medio del autónomo no llega al salario mínimo» (Público, 21 de agosto de 2018).
  • Los poderes públicos aseguran, asimismo, la protección integral de los hijos (art. 39.2): «El 30% de los hogares españoles no cuenta con los recursos necesarios para el cuidado de los hijos» (Contexto, 5 de septiembre de 2018).
  • Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art. 47): «En 2017 35.666 familias se quedaron sin casa al no poder pagar el alquiler y 22.330 por la hipoteca» (Eldiario.es, 5 de marzo de 2018).
  • Los poderes públicos promoverán las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural (art. 48): «Uno de cada cinco jóvenes españoles ni estudia ni trabaja» (El Mundo, 11 de septiembre de 2018).
  • Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad (art. 50): «Casi cinco millones de mayores de 65 años están en riesgo de pobreza» (Infolibre, 6 de marzo de 2018).

Es evidente el divorcio entre la Carta Magna y la realidad. ¿Qué falla entonces? ¿La Constitución? ¿Su aplicación? ¿Su desarrollo? En este libro, bajo el título Fraude o esperanza: 40 años de la Constitución, se convoca a una decena de expertos que analizarán otros tantos aspectos de la Constitución. Exponen los antecedentes necesarios para saber de dónde partían aquellos constituyentes de finales de los setenta y han seguido el desarrollo legislativo para conocer hasta dónde hemos llegado. Coordinados por Rafael Escudero, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, y Sebastián Marín, profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Sevilla, repasan los principales pilares temáticos de nuestros derechos y de nuestra legislación. Desde la memoria histórica hasta los derechos sociales, desde el derecho al trabajo hasta la descentralización, de la laicidad a los derechos de las mujeres, de la política fiscal al Código Penal. Para terminar con un análisis sobre el Tribunal Constitucional y unas valientes conclusiones de los coordinadores.

Fraude o esperanza: 40 años de la Constitución no es un libro ni en contra ni a favor de la Constitución. Es un libro crítico y plural sobre la Constitución española, su alcance y su realidad. A lo largo de estas páginas se encontrarán autores que piden reformas, otros que piden una nueva Constituyente, quienes ponen el foco en la situación del posfranquismo de la que se partía, análisis que consideran que los poderes públicos, y especialmente los Gobiernos, han ido retrocediendo en derechos y recortando las libertades. Por último, algunos autores responsabilizan al Tribunal Constitucional y a las tramas para su conformación de la deriva sufrida por nuestras libertades.

La gran paradoja de esta Constitución española es que, probablemente, los políticos que más gustan de llamarse constitucionalistas son los que más han colaborado en que la Constitución no se cumpla, y que los más críticos con la Carta Magna serían los más satisfechos si se cumpliera.

Durante estos meses de conmemoración asistiremos a mucha palabra huera, mucho humo, mucha moqueta y mucho cóctel. Si Stendhal dijo que una novela política es como un disparo de pistola en medio de un concierto, este libro quisiera ser un disparo en medio del soporífero brindis en el cuarenta aniversario de la Constitución. Un estruendo que nos despierte de la complacencia, que rasgue el telón con el que quieren ocultar a dónde nos han llevado y, lo que es más importante, que nos haga abandonar la Constitución como fetiche y la convirtamos en una herramienta para mejorar la vida de un pueblo. Porque para eso son las leyes. Y algunas veces también los libros.

Pascual Serrano

Fraude o esperanza: 40 años de la Constitución

portada-fraude-esperanza-constitucionLa literatura hegemónica sobre la Constitución de 1978 suele referirse a un texto constitucional aprobado tras un proceso modélico de transición de la dictadura a la democracia y que recoge las modernas tendencias del constitucionalismo europeo. Una Constitución exitosa, por tanto, que ha dado pie a la época de mayor desarrollo social y económico de la historia de España.

Frente a este relato, existe otra lectura no tan entusiasta, ciertamente crítica, que pone de relieve tanto las limitaciones con las que nació la Constitución en términos democráticos y de garantía de derechos como su posterior desarrollo conservador, cuando no con claros tintes autoritarios. Abordar de forma rigurosa y divulgativa esa visión crítica, tantas veces excluida del debate público, es el objetivo de este libro.

En lo que tuvo de fruto y consecuencia de la presión ejercida por las clases populares y por la oposición a la dictadura, la Constitución de 1978 contuvo ciertos aspectos de apertura sumamente importantes y encerró una dimensión promisoria que le hizo granjearse un importante respaldo social. Sin embargo, arrancó asimismo con numerosos lastres y obstáculos que impiden desarrollos progresivos. La sensación es que, tras cuarenta años de vigencia, esos aspectos más gravosos se han consolidado, mientras que los que significaron apertura se han cancelado o han mutado a peor. De ahí la necesidad de cambios.

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