No cierres los ojos Akal

PILAR ALIAGA

Con ocasión de la publicación Los hijos de los días, este año tenemos el privilegio de contar con la visita a muchas ciudades de España de Eduardo Galeano. Este hombre de discurso apacible a la vez que implacable vuelve a recordarnos, con el genio literario único que le caracteriza, esas pequeñas cosas que fueron pero que no recordamos, aunque deberíamos tener presentes en nuestro día a día, entre otras cosas porque somos lo que somos y tenemos lo que tenemos gracias a que ocurrieron. Sé que esto que les avanzo no aclara mucho sobre el contenido de la obra, pero espero haber conseguido lo que pretendía: como se suele decir, “dejarles con la miel en los labios”, si es que eso es realmente necesario para animarse a leer una obra de este maestro de la lengua.

La “gira” del escritor uruguayo me ha traído a la memoria uno de esos acontecimientos que él no quiere que olvidemos y que precisamente hoy 18 de mayo cumple 231 años. No es una efeméride de número redondo, pero no hace falta que lo sea para que siga siendo muy significativa, para Galeano y para los pueblos indígenas de Sudamérica. Hablo de la ejecución de Túpac Amaru II, el líder de la mayor rebelión anticolonial de la historia de América Latina. José Gabriel Condorcanqui Noguera era el nombre hispano de este personaje de orígenes incas, que abandonó su educación criolla para luchar por la libertad y la independencia de su pueblo con respecto de España. El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas de Cuzco, pusieron fin a sus hazañas al ser descuartizado tras presenciar las muertes de su familia, amigos y aliados. Sus pedazos se expusieron, a modo de escarnio público y como aviso a aquellos que tuvieran la idea de seguir sus pasos, en diferentes puntos del Virreinato del Perú. Se ponía así fin a su vida pero no a sus ideas, que se extendieron como la pólvora más allá de las fronteras del Virreinato del Perú y del tiempo. Los actuales Perú, Bolivia, Venezuela, Chile, Uruguay, Argentina… reconocen la gran deuda que tienen con este héroe del movimiento indigenista, el cual permanece tan vivo y tan determinante en la actual política del continente americano. Si les recuerdo las actuaciones de Evo Morales en el gobierno de Bolivia, por ponerles como ejemplo un caso que ocupa las páginas de noticias internacionales, sabrán de qué les hablo.

Por el sur del Cuzco anda Túpac Amaru liberando indios atados a los telares. Los vientos de la gran rebelión quitan el sueño a los virreyes en Lima, Buenos Aires y Bogotá.

Con estas líneas procedentes de la pluma y la sabiduría de Galeano, creo que les habré resumido de la mejor manera quién fue Túpac Amaru. Cierro este post diciendo quién fue; imagino que tendré que advertirles que lo abrí diciendo, también en palabras del escritor uruguayo, quién es.

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