Volviendo la vista atrás

Exactamente hasta el 12 de febrero de este mismo año, que fue cuando vio la luz nuestro blog. Sí, vino al mundo con ilusión y muchas ganas de trabajar. Sabíamos que no iba a ser fácil, que podrían llegar, como así ha sido, momentos de desfallecimiento, pero, con todo, no podíamos imaginar que deberíamos hacer frente a tiempos tan convulsos y desasosegadores en los que tendríamos que desmentir por enésima vez –en esta ocasión, ante nuestro ínclito ministro de Educación, Cultura y Deportes– que nuestro Educación para la ciudadanía no es un libro de texto; en los que veríamos en cuán gran estima tiene este país a la cultura, tanta que decidió gravarla con un IVA indecente; en los que oiríamos atónitos a toda una secretaria de Estado decir que los jóvenes se marchan al extranjero por simple espíritu aventurero (a veces lo que duele ya no es lo que se dice, sino que nos tomen por idiotas a la altura de su indigencia intelectual); en los que asistiríamos, en suma, al triste espectáculo de una ciudadanía humillada y desesperanzada ante unos políticos cuya impudicia y desvergüenza parecen no tener límites.

Pero bueno, basta ya de lamentos. En este año que acaba también ha habido luces, gestos, cosas buenas en número suficiente como para dibujar en nuestro rostro una sonrisa. Hemos tenido entre nosotros a Galeano, que, además de un hermoso libro, nos dejó el impagable regalo de una mente lúcida (será difícil olvidar la profunda emoción sentida una tarde de principios de junio en Tabacalera, la sinceridad y calidez de los aplausos, el nudo en la garganta de quienes abarrotaban aquel recinto). Hemos visto cómo nuestro catálogo de libros electrónicos crecía sin pausa, constatando con satisfacción que el lector que recurre a este medio no se resigna a “consumir” literatura o autoayuda banal. Hemos visto cómo nuestro fondo aumentaba con nuevos autores (bienvenidos a todos), mientras viejos conocidos, con el infatigable Zizek a la cabeza, seguían dando a luz estimulantes textos. Hemos disfrutado haciendo bellos libros en los que contenido y continente no se desdicen. Nos hemos unido entusiastas a la aventura del ¿Qué hacemos?, porque hoy más que nunca necesitamos que nos abran los ojos, que nos ayuden a encontrar alternativas a la despiadada realidad que nos quieren imponer. Y, sobre todo, no hemos dejado de publicar libros incómodos; incómodos porque estimulan el intelecto, porque nos hacen ser críticos, porque permiten saber; incómodos, en suma, para ese poder –político, económico, académico…– cuya máxima es que cuanto menos piense el lector (estudiante, profesional, ciudadano de a pie), mejor.

Todo esto no hubiese sido posible sin ti, sin tu complicidad, sin tu apoyo. Nos gustaría que participases más, que nos espoleases con tus comentarios, que formases parte activa de esa “comunidad de personas de mente abierta, inconformistas, críticas (consigo mismas las primeras), dispuestas a plantar cara a la cómoda mediocridad que nos pretenden imponer”, que hemos aspirado a formar desde el primer día. Te necesitamos para luchar sin tregua contra la indignidad que nos rodea. Así que, ¡a por ellos! Me temo que no son pocos, pero lo que sí son es cobardes.

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