Teoría de la Relatividad

De Kant a Einstein: La nueva imagen del mundo

Héctor Ortega

Lo primero que destaca en La nueva imagen del mundo: El impacto filosófico de la Teoría de la Relatividad, de Agustín González Ruíz (AKAL, 2003), es tanto su sobriedad como la rigurosidad con la que expone sus argumentos. Este libro nos ofrece un ejemplo del rigor metodológico que la filosofía puede dar de sí misma.

Por otra parte, aunque este ensayo data del año 2003, no deja de gozar de plena actualidad. Por eso, creemos, que su interés traspasa el ámbito meramente académico para introducir al lector interesado en la recepción filosófica de la Teoría de la relatividad, y de qué manera removía los paradigmas asentados de la filosofía moderna, es decir, kantiana, cuyos efectos llegan hasta nuestro presente. Este libro, por tanto, nos ofrece un mapa para orientarnos y comprender un poco mejor el fenómeno conocido como “crisis de la modernidad”.

Por ello, entre muchas otras razones, siempre será necesario volver la mirada a Immanuel Kant, el gran filósofo de la modernidad. Y, entonces, ¿cuál sería la importancia filosófica de la Teoría de la relatividad para la Modernidad? Se puede contestar con las palabras de Ortega y Gasset, pues «Si Kant nos entregó un mundo donde el espacio y el tiempo eran formas absolutas del conocimiento, Einstein nos ha hecho ver que son dimensiones flexibles, ligadas a la estructura del universo y no solo a nuestra razón» (Ortega y Gasset, La teoría de Einstein, 1924)

Y qué quieren decir las palabras de Ortega, pues que la la Teoría de la Relatividad de Einstein supuso un desafío para sostener los principios filosóficos del sistema kantiano. Al demostrar que el espacio y el tiempo no son absolutos, sino relativos al estado de movimiento del observador, Einstein puso en entredicho la idea kantiana de que estas categorías fuesen inmutables y universales. Si la estructura del espacio-tiempo depende de factores físicos y no de una forma a priori del conocimiento humano, entonces la concepción kantiana de la ciencia quedaba profundamente cuestionada. Como señaló Moritz Schlick, la paradoja de los juicios sintéticos a priori radica en que nos permiten juzgar con certeza sobre hechos aún no dados en la experiencia. Y, en el fondo, la Crítica de la razón pura se ocupa de la posibilidad de tales juicios.

Así, el legado de Kant, que sirvió de fundamento filosófico para la física newtoniana y la idea de un mundo ordenado por principios racionales y teológicos, se vio cuestionado por el trabajo de Einstein, quien mostró que esas bases eran más frágiles de lo que se pensaba. Y, lo que les preocupaba en el fondo, es que ello daba al traste con muchas de las concepciones antropológicas y politicas que se tenían por autoevidentes. Dándose inicio a una discusión filosófica y científica, que si no muy popular, si atendemos tanto a los nombres que en esta obra figuran, como a las consecuencias de las ideas debatidas, nos expone ante uno de los temas de nuestro tiempo, de nuestro espacio y de otros muchos espacios y tiempos posibles.

Por ejemplo, y para salirnos de las referencias del libro, las cuestiones que nos plantea su lectura nos darían pie para hacer lo propio con otros sistemas filosóficos, que siguen de cerca la estela de Kant, como serían el del Hegel o el de Marx:

“[… ] la doctrina marxista está inmersa en la tradición filosófica alemana -Kant, Fitche, Feuerbach, Hegel- que, a su vez, pertenece al ´área de difusión´ de la filosofía griega”,

“Antes bien, me parece más verdadero ver en el materialismo histórico la plenitud del proyecto hegeliano de la Fenomenología del espíritu considerada, a su vez, como desarrollo del proyecto Kantiano de la Crítica de la razón pura” G. Bueno. El papel de la filosofía en el conjunto del saber. Taurus 1968, Madrid. Págs. 36 y 57 respectivamente.

Y, por otra parte, ¿cómo podría afectar el nuevo paradigma científico al campo politico? Pues, como lo intuyó Ortega y Gasset, podría dar pie a que, dado los cambios en los fundamentos de la física y de la filososfía introducidos por la Relatividad, pudiesen significar una trasformación hasta en las relaciones internacionales, llegando a una descentralización del poder y del dominio de unos pueblos sobre otros al cambiar nuestra perspectiva sobre nuestra posición relativa en el Cosmos: “Lo propio acontece con los pueblos. En lugar de tenerlas por bárbaras las culturas no europeas, empezaremos a respetarlas como estilos de enfrentamiento con el cosmos equivalentes al nuestro. Hay una perspectiva china tan justificada como la perspectiva occidental”

Sin embargo, no hay que obviar, que la propia Teoría de la relatividad abrió las puertas a la capacidad de liberar energía atómica y, con ello, la capacidad de autodestrucción de la Humanidad. Pero esta sería otra historia, y como nos pide el autor, Agustín González, tenemos que hacernos cargo como lectores/actores de nuestro (trágico) presente: “Se me concederá -es poco lo que se pide- que la filosofía actual no es ni kantiana ni positivista “circulovienesa”, ni deja tampoco de serlo. La interpretación final es decisión que sólo puede tomar, si llegó hasta este punto, el paciente y soberano lector”

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *