Eisenstein nació en Letonia, en 1898, y debutó como director de la compañía de teatro Proletkult, en el Moscú de 1920. Su interés por la teoría visual le llevó a rodar su «trilogía de la Revolución»: La huelga, El acorazado Potemkin y Octubre. En 1930 fue invitado a Hollywood, pero sus proyectos no cuajaron. De vuelta a la Unión Soviética, pudo constatar que la corriente política era contraria a sus ideas «formalistas», a favor de una narrativa más tradicional. Murió en 1948, dejando solo ocho películas terminadas.
- Películas principales:
- 1925 El acorazado Potemkin.
- 1928 Octubre.
- 1938 Alejandro Nevski.
El acorazado Potemkin
- Género: Drama histórico
- Dirección: Serguéi Eisenstein
- Guion: Nina Agadzhanova
- Reparto: Aleksandr Antonov, Vladimir Barsky, Grigori Aleksandrov
- Antes
- 1925 El primer largometraje de Eisenstein, La huelga, describe una huelga de 1903 en una fábrica rusa y la represión sufrida por los obreros.
- Después
- 1928 En Octubre, Eisenstein narra los acontecimientos de la Revolución Rusa de 1917 en un estilo documental.
- 1938 Bajo un clima político mucho más restrictivo, Serguéi Eisenstein prefiere refugiarse en el pasado con el largometraje Alejandro Nevski
El célebre director Serguéi Eisenstein rodó El acorazado Potemkin (Bronenósets Potiomkin) por encargo de las autoridades soviéticas para conmemorar el 20.º aniversario de la Revolución de 1905, durante la cual unos marineros rusos se amotinaron contra sus oficiales en el puerto de Odessa (hoy en Ucrania). El resultado fue una película que revolucionó el cine. Noventa años más tarde, rara es la película de acción que no le deba algo.
Las escenas iniciales son históricamente rigurosas. Los cocineros se quejan de la carne infestada de gusanos, pero se les dice que es apta para el consumo. El portavoz de la tripulación, el intendente Grigori Vakulinchuk (Aleksandr Antonov), llama a la rebelión y la tripulación se alza contra sus superiores. Tras la victoria, el acorazado se dirige al puerto de Odessa, donde ya existe un fuerte malestar civil, y la tripulación expone el cadáver de Vakulinchuk, asesinado en la reyerta, con una nota que dice: «Por una cucharada de sopa». Ante él, la multitud se hermana contra el poder zarista.
En ese momento, la película de Eisenstein adquiere tintes de propaganda: si bien es cierto que el zar Nicolás II reprimió a los huelguistas de Odessa, la acción no tuvo lugar en la escalinata hoy llamada Potemkin, pero que entonces se conocía como la escalera del Bulevar. El director aprovechó sus 200 peldaños para mostrar el avance de las tropas zaristas. La escena de la multitud ovacionando a los marineros se interrumpe con un intertítulo que simplemente dice: «De repente…». Las escenas de la matanza que siguen no han perdido un ápice de su fuerza. Nadie está a salvo del avance de las tropas, filmadas desde un ángulo bajo y a menudo recortadas: para el director basta con que se vean los fusiles. Los encolerizados marineros responden con un bombardeo antes de hacerse a la mar, donde otros marineros se les unen.
Montaje y colisión
En El acorazado Potemkin, Eisenstein se toma ciertas libertades, pero la fidelidad a los hechos nunca fue una prioridad para él. Estaba más interesado en explorar un nuevo lenguaje cinematográfico, guiado por los experimentos sobre montaje que el teórico Lev Kuleshov llevó a cabo entre 1910 y 1920. Para Kuleshov, el significado no radica en los planos individuales sino en cómo la mente humana los contextualiza; así, por ejemplo, intercalando la misma imagen del rostro de un hombre con planos de un ataúd, un plato de sopa o una mujer, se logra evocar la pena, el hambre o el deseo.
Las cifras hablan por sí solas de la fe de Eisenstein en el montaje (él prefería hablar de imágenes en «colisión» mutua): en menos de 80 minutos, El acorazado Potemkin incluye 1346 planos, cuando el promedio de las películas de época ronda los 600.
Manipulación de emociones
El enfoque narrativo de Eisenstein parece radical aún hoy. Su yuxtaposición de lo épico y lo íntimo prácticamente excluye la implicación personal con los personajes, y en este sentido es claramente comunista. Incluso Vakulinchuk, el héroe y mártir de la cinta, se percibe tan solo como un símbolo de la humanidad en contraposición con un ejército zarista sin rostro. Su escena más famosa (un bebé en un cochecito rodando escaleras abajo) es el símbolo perfecto de cómo esta película logra apoderarse de nuestras emociones para manipularlas.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de «El libro del cine»
- Para saber más: Mikhailovich Eisenstein | El cine como recurso didáctico
- El libro del cine. Entrada relacionada: «El gabinete del doctor Caligari«
- El libro del cine – Akal