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Jesús Sabariego | Cómo conversar con un fascista| Prefacio

Vindicación de la alegría

Decidí traducir este libro paseando con mi colega y amigo, el profesor brasileño Augusto Jobim do Amaral, por la Cidade Baixa de Porto Alegre (Brasil), mientras conversábamos en una librería, alarmados por el auge de la extrema derecha y el fascismo en Brasil y Europa. Porto Alegre está inscrita en la historia de la democracia por haber acogido y apoyado las políticas de presupuestos participativos y alentado los foros sociales mundiales, hitos de lo que podríamos llamar, con Boaventura de Sousa Santos, alta intensidad democrática. Un legado histórico en franco retroceso a tenor de la situación actual en el país latinoamericano y también en buena parte del orbe.

A mi regreso a España, tras valorar con Jesús Espino, de Ediciones Akal, la posibilidad de traducir y publicar el texto, pregunté a algunos colegas qué pensaban. Muchos de ellos expresaron su perplejidad: “Pero ¿es posible conversar con un fascista?”

Hace un tiempo contribuí con un trabajo sobre los movimientos sociales de 2011, a los que llamo “Recientes Movimientos Sociales Globales”, a un libro editado en esta misma casa por el propio Boaventura y José Manuel Mendes llamado Demodiversidad. Imaginar nuevas posibilidades democráticas (2018). En dicho texto, defendía que la alegría y los afectos fueron un aspecto fundamental de las reivindicaciones por una democracia real de esos movimientos, de las primaveras árabes a Occupy Wall Street, del 15M al movimiento #YoSoy132 en México o el Movimento Ocupa Escola en Brasil, quizá porque, como sostiene la filósofa Marcia Tiburi en este primer trabajo suyo publicado en España, la alegría es la fuerza revolucionaria interna a la democracia.

Cómo conversar con un fascista es un libro integrado por muchos libros, una propuesta más allá de lo académico que está hecha de muchas propuestas, muchas de ellas publicadas como artículos por la revista Cult, en Brasil. Además de su defensa de la alegría, es decir, de la democracia, la profesora brasileña hace una defensa a ultranza del diálogo como instaurador de lo común, en un sentido semejante al de la filósofa Marina Garcés.

Frente al ethos vacío de nuestro tiempo, Tiburi reivindica el diálogo como una guerrilla metodológica, una experimentación de la escucha, la resistencia de un guerrero sutil, escribe poéticamente. La reivindicación de la poesía y la imaginación son también una constante que recorre las páginas del libro y que está también presente en las entrelíneas de sus párrafos, la filosofía como acontecimiento del lenguaje frente a aquello que Zygmunt Bauman llamó el complejo saber-poder moderno.

Defiende Tiburi que el fascismo cancela la oportunidad de pensarnos en común, estableciendo la tiranía de la masa frente a la singularidad de la multitud. Más allá de los ecos spinozistas de su propuesta hermenéutica, hay en esta aseveración una cuestión que entendemos fundamental y estratégica para comprender las derivas autoritarias cotidianas en nuestro mundo hoy; la subjetividad individualista y atomizada imperante, que nos impele a la competición y consagra la meritocracia de los expertos, lo que Christian Laval y Pierre Dardot llaman razón-mundo neoliberal, todo el ruido ensordecedor generado por los “miedos” (medios) de comunicación —término robado a la autora, que constituye un epígrafe del libro—, impide que nos escuchemos, bloquea nuestra conversación. Las redes sociales de Internet y las tecnologías de la información y la comunicación amplifican un monólogo para sordos cuyo eco resuena cada vez más en un espacio uniformado, vertical, silente, opaco y fosilizado con la apariencia del mundo.

«Precisamos conversar de otro modo», alerta Tiburi en el texto; frente al régimen de subjetividad totalitario debemos, pues este libro contiene también una profunda propuesta heurística, construir —es una tarea de construcción, como en la canción de Chico Buarque— una subjetividad democrática de la mente que deconstruya, esto es, que le haga justicia, al sentido común dominante, impuesto, que hemos interiorizado y que nos incapacita para escuchar al otro, a nosotros mismos, por tanto.

Definido por la autora como un experimento filosófico de inspiración ético-estética, la propuesta hermenéutica y heurística del libro es, por ende, política. Recuperar el diálogo es una tarea política que entiende éste como la capacidad humana de crear lazos.

Añadiría, tal vez, a estas propuestas que el proyecto de construcción de una política de los lazos humanos desde una alegría revolucionaria, de una subjetividad democrática que recupere lo que nos es común desde la imaginación, poéticamente, debe poner también en el centro nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad frente a la tiranía de los fuertes; es ahí donde habita nuestra verdadera fortaleza. Si pensamos en la idea de fortaleza, se nos dibuja en la mente un castillo inexpugnable, sus muros y murallas, el forzudo del circo, alguien que ha pasado muchas horas en el gimnasio entrenando o el propio Arnold Schwarzenegger, sobre todo entre los lectores del Manifiesto Cyborg, de Donna J. Haraway. ¿Cuál es la imagen que se nos viene a la mente al pensar en algo frágil, vulnerable? ¿Cómo conversar con un fascista?

Coimbra-Sevilla, abril-mayo de 2018

Cómo conversar con un fascista

portada-como-conversar-fascistaEn estos tiempos en el que los nervios y las emociones se encuentran a flor de piel, este libro surge con un propósito filosófico-político: pensar con los lectores sobre cuestiones de cultura política que se viven día a día, de un modo abierto, sin caer en la jerga académica. El argumento principal es cómo pensar en un método o una postura que se contraponga al discurso del odio y a sus reflejos en la sociedad y en las redes sociales. La realidad de la que parte es la brasileña, pero su alcance es global, porque hoy día el fascismo social se extiende por todo el mundo y se filtra en todas las capas sociales, sin que muchas veces seamos conscientes de ello.

La autora, con un lenguaje directo, sencillo, en una lograda síntesis de profundidad y divulgación, propone el diálogo como forma de resistencia, un reconocimiento –y un elogio– del poder de la palabra y de cómo lo que decimos puede tener resultados tangibles.

Un texto brillante, inteligente, bien argumentado (algo tan bienvenido en estos tiempos de opiniones gritadas que se hacen pasar por pensamiento), servido con una sugerente ironía.

Cómo conversar con un fascista – Marcia Tiburi – Ediciones Akal 

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