Luis Roca Jusmet:
Nos encontramos frente a un ambicioso y logrado libro de José Luis Moreno Pestaña. Para los que no lo conozcan, es un filósofo y sociólogo español que ha destacado por la publicación de diversos trabajos sobre Michel Foucault, filosofía política, sociología de la filosofía, de la enfermedad mental y de los trastornos alimentarios. En este caso podríamos decir que amplifica, profundiza y completa un libro anterior: Moral corporal, trastornos alimentarios y clase social (2010).
La formación filosófica del autor no es un inconveniente a su estudio sociológico, ya que está muy lejos de cualquier deriva especulativa. Muy al contrario, le da una valiosa caja de herramientas teóricas que sabe poner al servicio de una investigación rigurosamente empírica. Podemos situarlo dentro de la tradición sociológica de Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron (del que, por cierto, hizo una impecable traducción y un valioso estudio preliminar de su libro El razonamiento sociológico. El espacio comparativo de las pruebas históricas).
Moreno Pestaña nos explica al final del libro la metodología empleada, que es básicamente la cualitativa, etnografica, la del trabajo de campo. Hay cincuenta y dos mujeres entrevistadas, de las que interesa sus orígenes sociales, trayectorias personales y como han vivido la presión corporal por la imagen y los problemas que ello les ha suscitado. Ellas son la referencia empírica del estudio.
Si analizamos el título del libro, vemos que de entrada nos habla del capital erótico y de su lado oscuro. Moreno Pestaña parte, por una parte, de las noción de capital elaborada por Pierre Bourdieu. que dividía en capital económico, capital social y capital simbólico o cultural. Que no deja de inspirarse en la formulación de Marx del capital variable, que es el resultado del trabajo del asalariado que vende su mercancía para hacer rentable el capital constante del empresario. Para Marx el capital variable es el precio que paga el empresario pero es diferente de las heterogéneas competencias y del trabajo vivo de este trabajador. En el marco del neoliberalismo, aparece la noción de capital humano como la gestión empresarial de uno mismo en el mercado del trabajo. De esta manera cada cual aparece como responsable de la capitalización no solo de su capital cultural sino cada vez más de su propio cuerpo, entendido como una inversión.
Aparece entonces lo que se ha llamado capital corporal y, siguiendo la conceptualización de Catherine Hakim, del capital erótico. Esta socióloga entiende este capital erótico como un recurso femenino basado en la seducción y en una imagen atractiva, que puede servir a las mujeres para darles una ventaja en el mercado de trabajo. Es justamente esta formulación idealizada la que lleva a Moreno Pestaña a hablar de cara oscura. Porque lo que aparece entonces es, por una parte la discriminación en función de un modelo erótico ideal (delgadez, vestir elegante, atractivo visual) y la presión laboral permanente para mantenerse ajustada a este ideal.
Esto último nos lleva precisamente a la segunda cuestión que apunta el título, que es la de la relación entre su capitalización y los trastornos alimentarios, que son, en su límite, la anorexia y la bulimia. Hay un análisis muy riguroso y preciso de los trabajos donde este capital erótico es un imperativo: a) camareras en pubs y discotecas; dependientas y encargadas en tiendas de moda; ocupaciones artísticas: danza e incluso canto. Pero no se trata únicamente de estas profesiones, aunque es en ellas en las que resulta más claro. En las trayectorias biográficas de las entrevistadas vemos cómo la presión por mantener esta cualificación estética tiene un duro precio: depresiones, ansiedad y, por supuesto, trastornos alimentarios. Pero no solo se trata del registro profesional, ya que a nivel social, par ser reconocido en las clases altas, hace falta una imagen de delgadez que parece ser una medida de autocontrol, elegancia y calidad moral. Hay aquí, además, una unificación del mercado de la belleza con la legitimación de la delgadez desde el punto de vista sanitario.
Moreno Pestaña reivindica el papel del sociólogo no solo como el que describe lo que hay sino como el que es capaz de plantear su carácter contingente y no necesario y abrir, por tanto, otros posibles. ¿Hasta qué punto estamos reduciendo nuestro cuerpo a un capital variable? ¿No se ha convertido el análisis sanitario del peso en una ideología que va mucho más allá de lo que es científicamente justificable? ¿No es hoy la gordura un estigma laboral y social?
La propuesta del autor es clara: hay que liberar el cuerpo de las ataduras del modelo de la delgadez, hay que dejar de verlo como una capitalización. Para ello deberíamos volver a actualizar algo que se apunta en nuestros orígenes griegos: la crítica política al cuerpo como una inversión. Volver a una percepción y a una vivencia del cuerpo entendido como algo que hay que apreciar y disfrutar sin someterlo a modelos que lo encorsetan y lo acaban desvalorizando. Pero esto no es solo una apuesta ética sino también polí- tica. La belleza, la virtud cívica y la salud se han de entender, de entrada, como tres niveles diferentes. Y hay que actuar públicamente contra las servidumbres que nos impone el mercado de la belleza y de su legitimación sanitaria. Mostrar, por ejemplo, que hay más problemas de salud provocados por las dietas que por la gordura.
El libro me ha gustado y me ha interesado mucho. Es riguroso pero no pesado, lo he leído de manera fluida. Hay muchas cuestiones apuntadas que, aunque bien elaboradas, merecen estudios posteriores. En la parte más teórica Moreno Pestaña nos da múltiples referencias. Encuentro a faltar, lo cual no deja de ser una opinión personal, las referencias a un sociólogo que es Richard Sennet. Y no tanto por sus estudios sobre el narcisismo del tardocapitalismo o libros como El artesano, que también, sino sobre todo por un libro más antiguo pero que para mí es una referencia: El declive del hombre público. Por otra parte me parece que sería interesante el cruce de las aproximaciones sociológica de los trastornos de la alimentación y también del culto al cuerpo que hace una sociología tan bien articulada como la que expone el libro, con las aportaciones del psicoanalista italiano Massimo Recalcati. Y tanto porque es una perspectiva psicológica que supuestamente serían complementarios con la perspectiva sociológica, porque Recalcati plantea desde su perspectiva psicoanalítica conceptos como clínica del vacío o muerte del padre para entender estos fenómenos.
Reseña escrita por Luis Roca Jusmet publicada en El Viejo Topo, nº 348, Enero, 2017 de La cara oscura del capital erótico. Capitalización del cuerpo y trastornos alimentarios, Madrid : Akal/ Colección Pensamiento crítico nº 51, 2016 José Luis Moreno Pestaña
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