Pascual Serrano
El discurso implantado en la ciudadanía española es que los coches chinos, especialmente los eléctricos, son una amenaza a nuestra economía en la medida es que se apropian de parte del mercado de fabricación español, lo que afecta a los puestos de trabajo en nuestro país. Es por ello que la Unión Europea impuso unos aranceles del 45,3% en octubre pasado a los vehículos eléctricos fabricados en China.
Sin embargo hay una realidad que no se difunde tanto, y es la inversión de las empresas chinas fabricantes de coches en España. El pasado abril ya contamos que la empresa automovilística china Chery había llegado a un acuerdo con la española EV Motors para producir en Barcelona hasta 150.000 vehículos en 2029 (en 2027 se prevén 50.000) y la recuperación de 1.250 puestos de trabajo.
Ahora, por los medios de comunicación chinos, sabemos que las marcas chinas que se fabricarán en Barcelona son Omoda y Jaecoo. Detrás de ellas está la empresa matriz Chery, y la inversión será de 500 millones.
Chery es uno de los mayores fabricantes de automóviles de China y está aumentando las exportaciones con más de 15 millones de vehículos vendidos en todo el mundo.
Francesco Colonnese, director de ventas de Omoda España, dijo en el canal de noticias chino CGTN que Omoda y Jaecoo son las dos nuevas marcas que entraron en España como primer mercado en Europa y quieren desempeñar un papel importante en el sector de la automoción.
Chery no es la única empresa que invierte en España. CATL es el mayor fabricante de baterías para coches eléctricos del planeta, con una cuota de mercado del 38 %. Ellos se ha comprometido a invertir cerca de 5.000 millones de dólares en una gigafactoría en Zaragoza, en el marco de una empresa conjunta con el gigante mundial del automóvil Stellantis.
El balance provisional es que las empresas chinas han invertido más de diez mil millones de dólares en España, introduciendo fondos en tecnología, desde vehículos eléctricos y fábricas de baterías hasta hidrógeno verde.
Y no olvidemos que tanto BYD -el vehículo eléctrico más vendido del mundo- como MG están explorando emplazamientos europeos para nuevas megafábricas.
Ya Moncloa anunciaba tras el viaje de Pedro Sánchez a China que se había reunido con una docena de grandes compañías chinas que están presentes en el mercado español o estaban considerando invertir en él en los ámbitos de automoción, baterías y energías renovables.
En tiempos como estos, en los que los supuestos amigos, como EEUU, nos imponen aranceles del 20%, es bueno conocer que el país que en los documentos de la Cumbre de la OTAN del 2022, calificaban de “desafío” a la paz occidental y la palabra “amenaza” era recogida en numerosas declaraciones y noticias, está siendo más bien una esperanza comercial para España.
De ahí el título del libro del que fuera jefe de la delegación de la agencia Efe en China, Javier García, China, amenaza o esperanza. García lleva varios años vivienda en China, donde da clases de Periodismo en la Universidad Renmin de Pekín. A lo largo de sus páginas descubrimos una China que no se parece en nada a la imagen que nos suelen presentar los medios de comunicación occidentales.
Este libro repasa y responde con rigor y humildad a todas las preguntas que cualquier lector se puede hacer sobre China. Desde los tópicos sobre su contaminación medioambiental hasta las condiciones laborales de sus trabajadores o su comportamiento en derechos humanos o trato a las minorías. Leyéndolo, uno descubre lo rápido que corre el tiempo en China y cómo cambia la situación de hace pocos años a la actualidad. Nada de lo que nos decían sobre China, como el control de natalidad, el aire contaminado en sus grandes ciudades o las regiones rurales empobrecidas, está sucediendo ahora.
Mientras desde Occidente, en el mejor de los casos, seguimos de espaldas a China o mirándola con desprecio, superioridad o temor, su desarrollo tecnológico, sus infraestructuras, su esperanza de vida, su educación o sus medidas medioambientales hace mucho que nos han alcanzado e incluso superado.
Después de leerlo podremos comprender que una relación comercial normalizada con ese país puede ser la mejor opción para el desarrollo mutuo. Diez millones de dólares de inversión en España, con sus correspondientes puestos de trabajo y el uso normalizado de coches eléctricos chinos, puede ser un modo de avanzar juntos.