Karina Bidaseca
Al leer el libro fue una enorme satisfacción encontrarme con que un paradigma, nacido desde nuestro suelo, el feminisimo descolonial, como un árbol frondoso, está arrojando sus frutos y siendo diseminadas sus semillas como proyecto de mundo alternativo.
Apelar de inmediato a esa ruptura epistemológica y subversiva, permite abrir otro camino en nuestra historia feminista y de sororidad entre mujeres desde el territorio que compone el Abya Ayala. Esta es una de las grandes contribuciones del libro. Establecer una crítica a las pretensiones teóricas que, por momentos hasta las académicas más comprometidas y citadas hoy no lograr sortear, pues se encuentran enajenadas de sí mismas, capturadas por el personaje que su entorno creó y que no condice con la horizontalidad de un movimiento social que es el más vanguardista y radical de nuestra contemporaneidad.
Imaginaba cada artículo cómo había sido pensado, cómo se fue tejiendo la obra entre tantas voces que enuncian desde distintos lugares y luchas deseos de emancipación. Cómo toda obra feminista la cuestión ética es fundamental, su tarea es reflexiva, su compromiso con las palabras que crean mundo, sobre su propia auto-etnografía y la de la colectiva. Se pregunta: ¿desde dónde hablar? ¿cómo resituarnos en tanto cuerpos afectivos afectados, racializados, sexualizados? Cómo logramos interpelar a tantas mujeres que van sumándose a las filas de nuestro movimiento sin pretender convertirnos en lo que criticamos ni reproducir lo que deseamos transformar?
Escribe la reconocida feminista postcolonial Gayatri Spivak en “Otras Asias”, un libro publicado también por Akal: “No aspiro al convertir al mundo”.
Qué aspiraciones y potencias deseantes accionan las voces feministas cuando sitúan la teoría en el campo de batalla? Qué posibilidades habilita cuando es en los márgenes –identificados por el libro como “Sures globales”- desde donde se acecha al centro del poder?
La introducción escrita por Karina Ochoa Muñoz y María Teresa Garzón Martínez se posiciona en defensa de la multiplicidad. Dice lo siguiente:
“Sin embargo, hay que poner de manifiesto que en Abya Yala y en los sures globales existen diversas y múltiples producciones críticas de feministas, de mujeres indígenas, afrodescendientes y mestizas racializadas que guardan un carácter descolonial o anticolonial, pero no se constriñen exclusivamente al debate sobre la imposición colonial del género, por lo que es dificil hablar de “un” solo camino de reflexión, o incluso de “un” solo “feminismo descolonial”.
La recuperación de voces de mujeres indígenas y afro silenciadas por la historia, es otro de los grandes aportes del libro. Las rebeliones de mujeres indígenas como fue Bartolina Sisa, aymara, que en 1780 encabeza una de las más importantes rebeliones contra el poder colonial. Hoy su legado anticolonial está presente en la oraganización que lleva su nombre, como el de Anacaona, Cacique de Jaragua, que peleó en la Isla Española; Guimar, mujer afrovenezolana que luchó en la primera rebelión de esclavos en 1552; y otras voces que fueron sofocadas por el peso colonial y patriarcal de la historia.
De este modo, son claves los textos escritos por dos intelectuales indígenas: de Guatemala, Aura Cumes Simón y desde Chile, Andrea Álvarez Díaz. Cumes se pregunta si es posible hablar de la existencia de un patriarcado en la cosmovisión maya con base a un texto antiguo que es a la vez, “un relato mitológico y es historia”, el Popol Wuj en lengua kiche, transcripto entre 1554 y 1558. Su interpretación del patriarcado es un crítica a la condición universal. Se trata de situar el patriarcado colonial en discusión con el patriarcado indígena, para concluir acerca de que “no podemos pensar ambos sencillamente como dos sistemas que se encuentran y se combinan de forma a-histórica”. La lectura tiene el valor de poder descolonizar el pasado, al comprender las relaciones de género plasmadas en el libro antiguo, le permite comprender el presente de los mayas y tejer colectivamente las aspiraciones de ese pueblo que lucha por sobrevivir. Coincidentemente con Andrea Álvarez Díaz, no hay un opción “individual” y hay una “ideología racista” que aún pervive, especialmente, en el ámbito donde se ejecuta la justicia. Gabriela Blas, la mujer pastora, acusada por infanticidio es una las tecnologías criminalizantes que se usan en Sudamérica contra las mujeres indígenas amazónicas y contra sus comunidades. Y, es narrada en esa gran novela llamada Beloved de Toni Morrison que basa su trama en el incremento de la tasa de infanticidios en el sur de los Estados Unidos en el período esclavista, por el cual Sethe, la madre de una niña, comete infanticidio pero no la convierte en infanticida. Su acto es un acto de amor y liberación. Reitera al final: “Esta no es una historia para transmitir”, de modo que quedé grabada en nuestro inconsciente.
Una de las autoras del libro, Breny Mendoza (2019) se pregunta así por qué se entiende por “descolonización” y cuáles prácticas logran desafiar el orden de la colonialidad y el colonialismo?
La posibilidad de pensar juntas en una metodología que sea lo que en un reciente texto definí como “una poética de la Relación socio-afectiva entre mujeres, que apuesta por una etnografía postheroica crítica del androcentrismo” (Bidaseca, 2019), por una producción coral, por lo que María Patricia Pérez Moreno llamo una “o´tanil” o “corazón”, lugar donde nace lo que hacemos, explica, entre los mayas tseltales de Bachajón. La alegría, la sabiduría, la solidaridad, la fortaleza como los dolores, una subversión de los cánones que gobierna la producción del conocimiento y su circulación.
Sylvia Marcos, desde su trabajo con las comunidades de Chiapas, y una trayectoria de trabajo colaborativo con las mujeres indígenas en México, narra estas crisis en su articulo “Espiritualidad indígena y feminismos descoloniales”. Critica el pensamiento cartesiano en el cual se disocia la naturaleza de lo humano ubicando al hombre como el centro del mundo. Habiendo desplazado a dios, es ahora quien reina en la tierra sometiendo a los seres vivientes e impidiendo una relación diferente con los animales, las plantas, los árboles, las especies que no sea la de objetualización, explotación y consumo. La espiritualidad de estos pueblos se encuentra en la antítesis de esta civilización occidental que está en franca decadencia. La política “desde abajo” se funda en ese “hacer comunitario espiritual” de las mujeres en una relación “erótica” con la naturaleza.
“La naturaleza es una construcción en la que participan humanos y no humanos” (Haraway) No se hasta qué punto somos conscientes que la naturaleza ha sido otrificada, al ser colonizada por el hombre. Este hecho es fundante de la humanidad y hay registros de ello en las historias coloniales y pasados subalternos (Chakrabarty). Se funda en la constitución discursiva del tratamiento de la naturaleza como una otredad radical bajo las leyes del colonialismo, el capitalismo estructuralmente racializador y el patriarcado. Tampoco se hasta donde somos conscientes de las atrocidades cometidas contra las mujeres y sus ancestras, especialmente desde el “descubrimiento” de América y la colonización de África, por el hombre europeo. Ni hasta cuánto nuestro discurso que se pretende igualitario con otras mujeres, no advierte la jerarquía que impone la ciencia en la cuestión que legitima el hablar por otras u crear metodologías que construyen categorías que crean realidad.
Las mujeres del Sur suelen contarse mutuamente historias, más allá de nuestras interpretaciones, lenguajes abstractos que son abstraídos del tiempo-espacio, este libro, aunque sin explicitarlo, propone una crisis a la idea de la representación del feminismo hegemónico que pretende hablar por todas las mujeres. Esa pretensión universalista que prosigue su proyecto imperialista por otros medios, trae aparejada lo que llamo una “retórica salvacionista”, y que los feminismos poscoloniales y descoloniales advierten como una de las amenazas que apropiándose de ficciones poderosas como la raza y el género, constituyen realidades, invaden territorios, vulneran aún más las vidas precarias de las mujeres de los sures.
Me gustaría conversar sobre una línea que aparece en el libro, acerca de cómo nuestras investigaciones, inscritas en el marco de sentido feminista y descolonial de nuestro sur, pueden habilitar la conversa con “una mestiza andaluza que habita una “periferia” en el centro, como por una mujer tseltal que habita un territorio que cuenta con más de 500 años de resistencia” (p. 13). O, agregaría, con una mujer palestina bajo ocupación que experimenta la cruenta colonización ahora mismo, o con una mujer musulmana bajo un orden islamofóbico de género tal como analiza Sirin Adlbi Sibai autora de su libro “La cárcel del feminismo. Hacia un pensamiento islámico decolonial”. O kurdas, o sudafricanas que transita entre el apartheid y el post-apartheid, que trabaja el hermoso texto de Natalia Cabanillas acerca de la politicidad de un grupo de mujeres que enfrentan las violencias en sus comunidades.
Así, Pastora Filigrana García escribe “Descolonizar y despatriarcalizar Andalucía. Una mirada feminista gitana-andaluza”, la historia de lxs gitanxs representados como no modernos bajo discursos andaluzofóbicos; se trata de la colonia que el estado español tiene en sus propias entrañas.
Aún reconociendo las variaciones de los guiones imperialistas y fundamentalistas globales que se escriben en los cuerpos de las mujeres, Adlbi, inspirada por el feminismo descolonial de esta orilla, conovoca a pensar al objeto colonial que representa la mujer con hijab hacia una descolonización de prácticas encarnadas en el pensamiento arabo-islámico, bajo lo que llama una “colonialidad espacio-temporal”.
La perspectiva feminista descolonial permite así contextualizar las discusiones y luchas entre sures acerca de los relatos que se inscriben en palimpsestos, en tradiciones orales, en libros sagrados mediados por la hermenéutica ejercida por los varones privilegiados en el acceso al saber, que pugnan por ser acontecimiento.
FOMMA. Teatro popular desde el cuerpo y la memoria como pensamiento descolonial creado por mujeres mayas”, la artista colombiana Doris Difarnecio en Chiapas, propone un andar feminista descolonial y al teatro como un espacio de sanación.
¡Lucha y sana! La Revolución feminista llegó para quedarse.
Buenos Aires, 26 de septiembre de 2019.