No cierres los ojos Akal

“John Locke, que defendía a la nueva burguesía bajo todas sus formas, los industriales contra las clases obreras y los indigentes, los usureros comerciantes contra los usureros al antiguo estilo, los aristócratas de las finanzas contra los deudores al Estado, y que, en una obra especial había demostrado que la inteligencia burguesa es la humana normal”

Karl Marx

¿Qué mejor forma de acercarse al pensamiento de un filósofo como John Locke que a través de sus teorías sobre la educación? Cierto es que, como bien indica Marx en la cita anterior, nos enfrentamos a un intelectual inglés que, ante todo, realiza una profunda defensa de la burguesía. Sin embargo, supone un referente “revolucionario” ante una educación anticuada y poco reflexionada del siglo XVII.

Locke siempre estuvo relacionado con el entorno educativo, quizá por ello se preocupó por la filosofía del conocimiento concluyendo dos ideas básicas: el conocimiento tiene por materia las ideas y la educación es lo único capaz de formarte provocando las diferencias sociales. Esta segunda reflexión no implica que Locke, como muchos han defendido, proponga una educación universal. Es más, sus teorías son todo lo contrario, ya que considera que el conocimiento debe quedar limitado a quienes tienen tiempo libre para aprovecharlo y la educación debe estar al servicio de los ciudadanos; por ejemplo, todos deben aprender a escribir y hacer cuentas adecuadamente. Sin embargo, sólo las clases altas se instruyen en las ciencias frente al trabajador, que debe desempeñar correctamente habilidades mecánicas. Por tanto, sus reflexiones pedagógicas están dirigidas al gentleman inglés entendido como un caballero que protege la vida y la libertad y conduce los asuntos de la nación.

Aunque su propuesta no pueda ser considerada universal, sus conceptos pedagógicos sí pueden universalizarse. En este sentido, destaca su aversión al castigo y su enfrentamiento a los ideales renacentistas. Frente al concepto que actualmente entenderíamos en la frase “la letra con sangre entra”, Locke propone disciplina y severidad para conseguir unas costumbres éticas en el estudiante, al que se castigará con la vara en raras ocasiones sólo después de que un discurso razonado terminase en fracaso. Por otro lado, el empirista inglés no está de acuerdo con la herencia educativa renacentista, que propone la recuperación de la cultura clásica y una formación basada en el latín, la lógica, la retórica y la gramática. Locke reivindica que “un joven caballero viese estas reglas por los sistemas más cortos que se pueda encontrar, sin dedicarse mucho tiempo a examinar y estudiar esta clase de formalidades”.

Con estas ideas nace Pensamientos sobre la educación. Un libro que no cumple una estructura tradicional, ya que en esencia son una serie de cartas (tan largas que pueden parecer el borrador de un libro) enviadas a partir de 1684 a Edward Clarke, quien pidió consejo a su amigo Locke para educar a su hijo. No obstante, hasta 1693 no se decidió a publicar el tratado y lo hizo de modo anónimo atendiendo a los ruegos de sus amigos. Su publicación tuvo mucho éxito, como demuestran cinco reediciones que se hicieron antes de la muerte de John Locke, aunque en sus revisiones siempre mantuvo la estructura de cartas y un lenguaje amigable y familiar. Locke advierte en el prefacio del libro que sólo se trataba de una serie de cartas recopiladas. Este estilo de escribir le permite ser más directo y que los lectores lo vean como un amigo.

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