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Alexéi Tolstói cultivó muy distintos géneros literarios. Dentro de ellos se encuentra el que ahora denominamos ciencia ficción, género muy popular en la época entre los lectores soviéticos.

De hecho, junto con Yevgueni Zamiatin, Mijáil Bulgákov y Alexander Bogdánov, Tolstói es considerado fundador de este género en la URSS, al que dotó de su particular estilo agudo y ágil y de su dominio de la lengua rusa. Por otro lado, la ciencia ficción era un género en el que Tolstói se movía como pez en el agua; tenía estudios de ingeniería, una imaginación desbordante y era capaz de aportar muchos datos con apariencia de verosimilitud que permitían a sus obras gozar de un estatus particular.

La ciencia ficción rusa y soviética ha realizado una importante contribución a este género. Fue tanto vehículo propagandístico del estado soviético como herramienta creativa para la disidencia ideológica. Como es bien sabido, la fuerza de las armas nunca es suficiente para conservar el poder conquistado. La educación, en un sentido amplio, resulta imprescindible, y un vehículo extraordinario de la educación es la literatura. Además, las obras de ciencia ficción soviéticas servían a un doble propósito, por un lado para la difusión ideológica y por otro para inculcar al pueblo el amor por la ciencia y la tecnología, otro de los objetivos fundamentales del régimen.

El hiperboloide del ingeniero Garin (1927)

Siguiendo la clasificación que divide la ciencia ficción en dura y blanda, podríamos catalogar El hiperboloide como una novela de ciencia ficción dura por sus digresiones científicas, explicaciones detalladas del funcionamiento del hiperboloide y de los sucesivos inventos de Garin y sus colegas. Pero también podemos considerarla, simplemente, como una novela de aventuras, pues eso es lo que es: una novela de aventuras trepidante, cuya acción se desarrolla en variados y exóticos escenarios y en la que podemos encontrar muchos de los temas típicos del género de suspense en su sentido más amplio.

Con respecto a sus personajes, esta obra también resulta un ejercicio de innovación. El protagonista de la novela, el ingeniero Garin, es un personaje interesantísimo. Podríamos decir de él que es un antihéroe, pero no en el sentido clásico del término, porque sus motivaciones son tan extravagantes que resulta complicado clasificarlo. De hecho, parece que Garin fuera un avance de los líderes fascistas europeos, una especie de Mussolini o de Hitler por sus excesos, por sus fantasías de dominación y por su falta de escrúpulos.

Resulta difícil encontrar personajes literarios con los que establecer una comparativa. De hecho, los paralelismos más claros que encuentro con Garin y con El hiperboloide son la serie de novelas de Ian Fleming sobre James Bond. Tanto los escenarios lujosos y extravagantes, como esos villanos inteligentísimos y estrambóticos nos hacen rememorar las novelas y las películas, sobre todo las de los años sesenta y setenta, del agente secreto inglés. Podemos decir que Garin es un protovillano de James Bond, aunque Garin no busca venganza y sus motivaciones son más filosóficas y complejas.

Asimismo, siguiendo en la estela bondiana, tenemos a Zoia Monroz, la femme fatale. Vengadora. Arrasada por el odio. Bellísima, una amazona guerrera. Sus emociones y motivaciones son aún más indescifrables que las de Garin y por ello resulta aún más interesante que él, lo que la convierte sin duda en el personaje principal de la novela y el que mejor queda dibujado.

(…) Como otras obras de Alexéi Tolstói que han sido llevadas a la pequeña pantalla y a la grande en numerosas ocasiones, El hiperboloide tuvo su versión cinematográfica. No obstante, en este caso tuvieron que pasar casi cuarenta años para que se hicieran no una, sino dos adaptaciones en un periodo de tiempo relativamente corto. La primera de ellas apareció en 1965 a cargo de Alexander Gintsburg con el título El hiperboloide del ingeniero Garin, y la segunda, en 1973, fue dirigida por Leonid Kvinijidze y titulada La derrota del ingeniero Garin. Esto se debe a que los años sesenta y setenta fueron en la URSS un periodo de gran efervescencia del cine y las novelas de ciencia ficción. Ninguna de las dos adaptaciones (la primera cinematográfica, la segunda televisiva) fue recibida con mucho entusiasmo por la crítica, pero ambas alcanzaron un éxito inmediato entre el público.

El hiperboloide del ingeniero Garin como novela de su tiempo

La guerra reciente, en este caso la Primera Guerra Mundial, aunque la segunda también se convertirá en trama recurrente en la literatura de los años posteriores, es otro de los temas que se abordan en la obra. El conflicto es caracterizado a través de la imagen de la mentalidad alemana que aparece reflejada en numerosos parlamentos y personajes de la obra. Asimismo, la Guerra Civil Rusa es otro de los temas que salpican la novela, los excombatientes blancos aparecen con profusión en sus páginas. Años después Tolstói sería reconocido por sus méritos como escritor y agitador antifascista y en esta obra podemos encontrar el embrión de muchos de sus trabajos posteriores de denuncia.

Asimismo, los beneficios sociales del régimen soviético también aparecen reseñados en la novela. En las islas, el trato a los niños, el ambiente soviético, el deporte y la camaradería se muestran como un entorno idílico, una especie de arcadia que acoge a los huérfanos de la guerra. No obstante, tampoco faltan pinceladas que retratan el ambiente asfixiante de la sociedad estalinista, donde todos vigilan a todos (el administrador de fincas, el telegrafista… todos son potenciales guardianes de la patria rusa). El ambiente de la novela es indiscutiblemente soviético por un lado, pero alegremente cosmopolita por otro; Tolstói, hombre mundano, fue capaz de reflejar con la misma destreza las dachas pobres a la orilla del río y los salones parisinos con sus oropeles y su decadencia. La novela está plagada de cambios de escenario de San Petersburgo (Leningrado) a París, de Kamchatka a un barco o una isla del Pacífco, etc., y todas las descripciones son igual de vívidas y de estimulantes.

Otro de los temas transversales de la novela sería el corrupto Occidente y en concreto América, la patria de Rolling, el ricachón que se ha instalado en Europa para hacer negocio, pero que se topa con la pared que representa la Rusia soviética. Rolling intenta dinamitarla financiando a los rusos blancos que se presentan en su despacho con las más rocambolescas ideas para acabar con el régimen bolchevique.

(…) El estilo tolstoiano estaba muy alejado del realismo socialista, aunque se le haya adscrito erróneamente muchas veces a esa corriente. Tolstói no se parecía en nada a Gorki, y era también muy diferente de los Ostrovski, Fadéiev… otra de las razones por las que resulta tan interesante leerlo. Su fineza y riqueza de estilo, su enorme astucia literaria, convierten cualquier exaltación patriótica o de clase en un ejercicio literario cuya lectura se disfruta enormemente.

Gala Arias Rubio

El texto esta entrada son fragmentos de la introducción del libro El hiperboloide del ingeniero Garin publicado por Ediciones Akal

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