Para poder comprender de un modo correcto la obra de un artista, independientemente de qué tipo de arte haga, es casi imprescindible conocer ya no solo la época en la que se marca la vida de aquel, sino también las circunstancias personales que le condujeron (en ocasiones incluso forzaron) a la manifestación artística, entendiendo estas circunstancias como motor artístico o el arte como manifestación vital. En algunos casos se trata de una labor titánica, bien por la ausencia de fuentes fiables que puedan darnos las claves vitales del artista, bien por el exceso o monumentalidad de los mismos y la dificultad de elaborar una síntesis.

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Este último era el caso de la magnífica biografía elaborada por Henry-Louis de La Grange de Gustav Mahler, de tres volúmenes y 3.800 páginas, fruto de una vida dedicada a la investigación del músico, pero que afortunadamente ha superado la prueba de la síntesis: Joël Richard, con la supervisión y aprobación del autor, ha elaborado la famosa síntesis.

Se trata de un magistral ejercicio en el que no se suprime nada esencial de la vida de Mahler, fundamental para comprender su música, y que además nos otorga la grandiosa oportunidad de aproximarnos a la obertura musical del siglo xx, página fundamental de la historia de la música.