Friedrich Engels a 200 años de su natalicio

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¿A la sombra de Marx?

¿Es Engels el gran olvidado?, ¿o simplemente, a día de hoy, 200 años tras su nacimiento, ha acabado en el lugar histórico que él mismo se asignó? A saber, el de «un segundo violín» desempeñando un papel discreto en comparación con el de su camarada Karl Marx… Esta puede parecer una idea extendida; Engels bien como una especie de Watson para Holmes, acompañante paciente, atento, leal, siempre presente para ayudar al protagonista en momentos de flaqueza u ofuscación, e incluso futuro narrador de sus conclusiones y retos; o bien como un Engels reducido a mecenas, la billetera de familia industrial que alimentaba a la cabeza pensante para que siguiese produciendo ideas.

A continuación expondremos los motivos por lo que suponemos esta una mirada caricaturesca e injusta, pues las aportaciones teóricas y conceptuales de este pensador son imprescindibles para entender el posterior desarrollo filosófico del marxismo y en buena medida el propio devenir ideológico de la clase obrera.

Breve biografía

Friedrich Engels, periodista, historiador, sociólogo, politólogo, filósofo y revolucionario, nació en Prusia en 1820 en el seno de una familia rica propietaria de una importante fábrica textil ubicada en Mánchester. Tras unos primeros años de coqueteo con círculos radicales y reformistas en Berlín, su acercamiento a posturas hegelianas del momento le despertaron un fuerte interés por el comunismo.

Cuando regresó con su familia a Inglaterra mantuvo cierta relación con los movimientos owenista y cartista y profundizó –debido a su estudio de las terribles condiciones de la clase obrera inglesa (bien reflejado en su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra) y a la influencia de su primer amor, Mary Burns– en su crítica al capitalismo. Fue en 1844, en su segundo encuentro con Marx (el primero fue algo más abrupto), cuando inició con este una estrecha e histórica colaboración y  una gran amistad.

Fueron 40 años en los que realizaron juntos obras como La ideología alemana (publicada de forma póstuma) o La Sagrada Familia; evolucionaron conjuntamente, en sus críticas al idealismo, hacia el materialismo y generaron una determinada visión sobre las estructuras sociales. Años en los que participaron de la actividad política de su tiempo, por ejemplo, a través de la Liga de los Justos –convertida tras el enfrentamiento con Proudhon y sus seguidores en la Liga de los Comunistas (para la cual redactaron el Manifiesto comunista con el objetivo de explicar sus principios)–, intentando extender la revolución de 1848 o luchando contra diferentes posturas dentro de la Internacional.

Tras la muerte de Marx, no sólo recopiló, editó y publicó muchos de los textos de este (no dispondríamos de los tomos 2 y 3 de El capital si no fuera por él), sino que enfocó su tiempo a la divulgación del marxismo y al desarrollo de una concepción histórica determinada por las fuerzas productivas, los procesos de producción y la lucha de clases (como podemos ver en su obra Del socialismo utópico al socialismo científico) y aplicó, a través de su conocimiento sobre los avances de las ciencias naturales (véase Dialéctica de la naturaleza), una serie de leyes dialécticas que configuraron el concepto marxista de la filosofía.

Revalorizar su legado

Un pequeño repaso biográfico como el realizado muestra que Engels no fue un simple amigo o colaborador de Marx, sino que, lejos de la caricatura, es una figura fundamental para entender el marxismo (o, mejor dicho, los marxismos).

No sólo fue quien invitó a Marx a estudiar la importancia de la economía política, sino que aportó claves para entender el mundo que le tocó vivir e incluso el mundo que vivimos (como nos ha recordado el profesor Atilio Borón en su exposición de inauguración del congreso Engels Vive). Debemos hacer justicia a este gran pensador reivindicando sus textos (como los recopilados en las Obras escogidas), muchos de los cuales son capitales para entender las características de la clase obrera en el proceso de industrialización, para sacar aprendizajes de las experiencias revolucionarias (véanse La Comuna de París o La Revolución española) o para disponer de una perspectiva materialista de la génesis de los Estados y la familia (véase El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, donde Engels fue un adelantado al explicar el sometimiento histórico de las mujeres). Asimismo, Engels fue una pieza fundamental para lograr convertir el marxismo en la herramienta accesible y emancipadora que se hizo dominante en buena parte de la clase obrera durante los siglos XIX y XX. Por último, Engels supuso una influencia esencial para los posteriores revolucionarios, fuente principal de lectura para Plejánov, Lenin, Trotsky, Stalin o Mao.

Por tanto, parece apremiante y necesario un esfuerzo por rescatar del injusto olvido militante y académico la obra de uno de los mayores pensadores del marxismo que ha dado la historia.

Engels a debate

Ahora bien, lo anteriormente expuesto no tiene por qué evitar un beneficioso e interesante debate. En vida, Engels polemizó con visiones reformistas o izquierdistas en las organizaciones socialistas de su época, en las cuales intentó combatir el idealismo, la cultura burguesa y el individualismo imperante. Pero incluso después de su fallecimiento su obra ha sido objeto de la controversia, dando lugar a debates que anunciaban cambios fundamentales en la forma de entender el marxismo y al propio Marx.

Este es un tema complejo y farragoso, que en muchas ocasiones supone que una pléyade de insultadores te sometan a sus furibundos cometarios. Conceptos como materialismo histórico, dialéctica de la naturaleza o teoría del plusvalor parecen ser cuestiones vitales para aquellos que convierten sus ideas en teologías que no permiten ser objeto de pecaminosas revisiones. Pero esto no es más que un breve esbozo sobre la cuestión.

Por ejemplo, mucho se ha discutido sobre un supuesto determinismo económico (incluso tecnológico) en la idea de materialismo histórico tal y como Engels la usó (fue acusado de historizar las categorías económicas de Marx para explicar sociedades precapitalistas); o autores como Lukács, en sus textos tempranos, algunos austromarxistas, Kołakowski o Alfred Schmidt han enfatizado en las dificultades de vincular fenómenos naturales a un sistema filosófico del que extraer leyes generales que operaran independientemente de cualquier otro factor, como lo son las leyes de la contradicción, la negación inmanente o la totalidad (relacionando a Engels con una visión evolucionista).

También el llamado marxismo analítico (véanse Gerald A. Cohen y Jon Elster, o autores que han rescatado muchas de las ideas de estos como César Ruiz Sanjuán o Fernández Liria) ha asumido estas críticas y  ha puesto en duda la mecánica relación que se establece entre las tesis de Engels y Marx, como si estas se trataran de un solo corpus teórico (confusión generada por las propias ediciones de Engels a la obra marxiana o por sus interpretaciones posteriores de aquel legado intelectual). Con tal confusión se han recibido los escritos tardíos de Engels, que pudieron desvirtuar (aun sin querer) la concepción teórica de Marx y acabaron por originar una tradición marxista que, pasando por dirigentes de la Segunda Internacional como Kautsky y continuando por Lenin y el marxismo-leninismo, ha originado –nos dicen estos críticos– una doctrina que reemplazó dicha teoría. Estos argumentos de tabula rasa con gran parte del pasado han sido contundentemente contestados por marxistas como Gemkov, Piedra Arencibia, Oizerman o Alan Woods.

Conclusión: un reto generacional

Ya sea una revisión, puesta en valor, reivindicación o discusión sobre la obra de Engels, todas las generaciones deberían afrontar la misma  tarea. Esto es, releer sus textos para abordar las problemáticas suscitadas y las herramientas aportadas por el intelectual y periodista prusiano sin interferencias, influencias o ideas preconcebidas que puedan desvirtuar o condicionar su estudio acudiendo para ello a las fuentes originales o a las traducciones más eruditas. Porque leerle, aún hoy, en su 200 aniversario, sigue siendo necesario para la inmensa tarea de teorizar el capitalismo y de transformación social que se propuso el mismo Engels en vida.

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