No cierres los ojos Akal

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Nacido en Segovia durante la Guerra Civil, de padre castellano y madre andaluza, estudió Magisterio y Filosofía y Letras.

Durante el franquismo colaboró en la prensa clandestina del Partido Comunista y fue corresponsal de Radio España Independiente de 1962 a 1973. Durante su exilio en París dirigió la publicación Información Española, que se realizaba para los emigrantes españoles en Europa. En 1974 fue excluido del Partido Comunista por diferencias ideológicas y políticas. La censura de Fraga Iribarne prohibió la publicación de sus novelas en Seix Barral y Ciencia Nueva. Muerto el Dictador, colabora en periódicos y publicaciones de España y Europa. Fue fundador, presidente y responsable de Cultura del diario Liberación.

Galardonado en 2013 con el premio José Luis Sampedro, ha publicado 50 libros, entre novelas y ensayos (en editoriales como Txalaparta, Libertarias, Cátedra, Muchnik, Planeta…), e impartido más de 1.000 conferencias en diversas ciudades el mundo.

En el adiós a un amigo

Anoche, 7 de enero, cuando descolgué el teléfono, supe de manera instintiva cuál era el objeto de la llamada de Ana. Y sentí un estremecimiento. Ni podía ni quería escuchar la noticia que me iba a dar, la de tu fallecimiento. Y al instante sentí un vacío, que me sigue oprimiendo el pecho.

Mi querido Andrés, me cuesta trabajo escribir algo medianamente digno y congruente. Desde que en 2012 empezamos a trabajar en la edición de tu Último tango en Auschwitz, surgió entre nosotros algo más que una relación profesional; me regalaste tu amistad, tu confianza, tus confidencias. Tu ausencia duele, nos duele mucho, a mí, a Ramón, a todos los que formamos la familia de Akal. Tu integridad, tu coherencia, tu compromiso político e ideológico, tu espíritu crítico que evitaba cualquier atisbo acomodaticio en estos tiempos paniaguados de ideas veleta, tu amor por la Literatura con mayúsculas en medio de tantas letras prostituidas, tu indignada estupefacción ante el triste espectáculo que nos rodeaba (en los medios, en la política, en la cultura…), tu reivindicación de la dignidad del ser humano engullido por la barbarie, por cualquier barbarie… No eras muy optimista sobre el futuro, pero, aun así, nunca cejaste en tu lucha. Fue un honor para Akal publicar tus últimas novelas, al igual que ese difícil, incómodo testimonio sobre ETA. Gracias por la confianza que depositaste en nosotros, por el entusiasmo que ponías en cada nuevo proyecto.

Ya no habrá más quejas sobre el mundo; ya no habrá más lamentos sobre la banalidad cultural que todo lo conquista; ya no habrá más conversaciones sobre música, ni sobre ópera, ni sobre fútbol, y quedará sin tomar ese vino especial tantas veces aplazado. Cuando entre en Santa Bárbara, allí estarás, ocupando tu sitio, y algún camarero se acercará a llevarte ese flan que te habían guardado, «como a usted le gusta, don Andrés». Y Rosa, que tanto cariño te tiene, te seguirá mandando besos. Descansa en paz, mi querido amigo. Por personas como tú, merece la pena ser editor.

Jesús Espino

Subdirector de Edición

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