No cierres los ojos Akal

 ARTURO NOAIN

Estudio en escarlata lleva ya más de un siglo en las estanterías de todo el mundo. Este 2012 la primera novela donde aparece Sherlock Holmes cumple 125 años y Ediciones Akal lo ha querido celebrar con la publicación del tercer y último volumen de Sherlock Holmes Anotado, en el que se incluyen todas las novelas y relatos del detective. Por este motivo, nos proponemos conocer la envergadura del personaje y descubrir hasta qué punto ha marcado el imaginario popular.

Actualmente podemos encontrar en las salas de cine la secuela de la última versión del detective, en la que sus protagonistas, Robert Downey Jr. (Holmes) y Jude Law (Watson), nos transportan a un siglo XIX repleto de acción e ingeniosas conversaciones. Una historia que no se parece a la original, aunque demuestra la obsesión de la gran pantalla por recrear al irónico personaje de Arthur Conan Doyle. De hecho, pocos años después de que los hermanos Lumière viajaran a la Luna, los sherlockianos ya pudieron ver el primer corto de su héroe: apenas treinta segundos creados por un director anónimo en 1900 que podéis ver aquí.

Curiosamente, si damos el salto a la pequeña pantalla, también nos encontramos con las últimas series basadas en el detective. Es el caso de Sherlock, donde internet y las nuevas tecnologías ejercen un papel clave en las investigaciones. No obstante, los aficionados a las series preferirán al irreverente doctor House, el detective de la medicina inspirado en los relatos de Conan Doyle. Los guiños son constantes, ya no sólo por los nombres (House-Holmes, Wilson-Watson), sino porque ambos son adictos (vicodina-cocaína), viven en el mismo número (221 B) y muestran una arrogancia singular.

Los más nostálgicos echarán de menos en estas líneas a Jeremy Brett, quien encarnó al detective en la televisión británica durante diez años (1984-1994). La pasión del actor fue tal que, incluso padeciendo una grave enfermedad, pudo sobreponerse año tras año con tal de fumar la enigmática pipa en otro episodio.

Este afán de recreación probablemente no hubiese sido compartido por su inventor, Arthur Conan Doyle, quien en 1893 publicó en la Strand Magazine lo que en principio iba a ser la última aventura del detective. Tal como recoge Sherlock Holmes Anotado, el autor comentó:

“He tenido tal sobredosis de él, que siento hacia él lo mismo que siento hacia el paté de foie gras, del que una vez comí demasiado, y el simple nombre hace que me sienta enfermo incluso hoy… Me han echado la culpa de matar a ese caballero, pero yo estoy convencido de que no fue un asesinato, sino un homicidio justificable en defensa propia, ya que, si no le hubiese matado, con toda seguridad me habría matado él a mí.”

Los lectores pronto se hicieron escuchar y las calles de Londres  se inundaron de señales de luto. Sin embargo, Conan Doyle prefirió hacer oídos sordos durante una temporada, pues padeció una gran aversión por su gran creación quizá debida a que ensombreció el resto de su obra. A pesar de todo, finalmente el detective volvió a renacer en 1901 con un relato que pronto se convertiría en una de las novelas de referencia: El sabueso de los Baskerville.

Por mucho hartazgo que sintiese, el autor nunca podría renunciar a la figura de Sherlock Holmes, uno de los personajes más reconocidos de la ficción (se codea con Micky Mouse o Papa Noel) y sobre el que los propios lectores han creado sus grandes mitos. Sirva de ejemplo que la famosa frase “Elemental, mi querido Watson” ha sido fruto del ingenio popular y nunca se podrá encontrar entre las historias de Arthur Conan Doyle.

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