No cierres los ojos Akal

Zimbalist es profesor de economía en Smith College (Northampton, Massachusetts). Destacado analista de la economía e industria del deporte, ejerce también de comentarista deportivo en importantes medios de comunicación. Ha sido asimismo profesor visitante en diversas universidades de Alemania, Japón y Suiza.

Fragmentos extraídos del libro «Circus Maximus» de Andrew Zimbalist:

circus_maximus_zimbalistNo hay pruebas contundentes de que los juegos olímpicos o la copa mundial constituyan un motor económico, según estudios independientes. A corto plazo, los crecientes costes de organizar estos megaeventos no están compensados por los modestos ingresos que conllevan. Los beneficios, si se dan, se verán a largo plazo. Pero, incluso en el mejor de los casos, es incierta la rentabilidad del legado. Este supuesto legado reside, en gran parte, en las ganancias cualitativas; pero tendrán que pasar muchos años para que se materialicen, más allá de las varias semanas que duran estos megaeventos o la construcción que los precede. Las más de las veces, el principal legado está compuesto por proyectos inviables que costaron miles de millones construir y que cuestan millones en mantenimiento, junto con montañas de deuda a las que se deberá hacerse frente durante un periodo de entre diez a treinta años.

La excepción de Barcelona

Una planificación diligente fue la característica de los juegos de verano de Barcelona en 1992. Pero en Barcelona los planificadores urbanísticos ya habían comenzado a desarrollar un concepto diferente de ciudad tras el final del régimen franquista en 1975 (…)
El nuevo gobierno comenzó a idear un plan maestro a finales de los setenta para que la ciudad de Barcelona cambiara por completo. A inicios de la década siguiente empezó la elaboración del plan, el cual precedía a la idea de celebrar unas olimpiadas, consideradas una herramienta para implementarlo. Barcelona puso los juegos olímpicos al servicio de la ciudad, y no al revés.

De haber podido imitar la experiencia de Barcelona, las ciudades sede –muchas lo han intentado y han fracasado– se habrían ahorrado o habrían visto atenuados los problemas discutidos en este libro. La dificultad radica en que las condiciones que contribuyeron al éxito de Barcelona no se dan en otros sitios, y en que los sistemas políticos de otros países han demostrado su falta de predisposición o su incapacidad para llevar a cabo una planificación eficaz a largo plazo.

Grupos de interés

Las candidaturas de las ciudades responden a fuertes intereses económicos del sector privado, relevantes en la economía política de la ciudad, como por ejemplo las constructoras, las compañías de seguros, los estudios de arquitectura, los hoteles, los medios de comunicación locales, los bancos de inversión (que concederán los préstamos) y los bufetes de abogados que trabajan para todos estos grupos. Dichos grupos de interés tienen sus propias empresas de relaciones públicas y consultorías dedicadas a generar en torno a la ciudad candidata el interés y la expectación que necesita, así como a dar publicidad al potencial económico que supondría para la ciudad.

La FIFA y el COI

Los miembros de los Consejos Ejecutivos de la FIFA y del COI pertenecen, por supuesto, a la elite económica. Viajan en primera clase, se hospedan en hoteles de cinco estrellas y tienen estrechas relaciones con los líderes políticos y los grandes empresarios de las ciudades que visitan: el sueldo de Sepp Blatter, el presidente de la FIFA, supera el millón de dólares, además de contar con una cuenta de gastos más bien ilimitada. Otros ejecutivos de la FIFA reciben paquetes de compensación de seis cifras2. Además de un salario de 100.000 dólares al año por su labor a tiempo parcial, Blatter ha venido concediéndoles a los veinticinco miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA pagas extra de entre 75.000 y 200.000 dólares al año. Para guardar las apariencias, esta práctica se dio por terminada en 2014, aunque el Subcomité de Compensación de la FIFA (un organismo designado por los miembros del Comité Ejecutivo3) les duplicó el salario anual en una votación secreta, según informó el Sunday Times de Londres. El Times desveló, además, que los miembros del Comité Ejecutivo recibieron dietas de 700 dólares por realizar tareas para la FIFA, e informó de que viajaban en clase business y se hacían alojar en hoteles de lujo.

Poblaciones de las ciudades sede

Mientras que los promotores de las competiciones exageran los beneficios económicos asociados a la celebración de estos ostentosos eventos deportivos, las poblaciones de las ciudades sede no se muestran muy optimistas. Además de no ver el beneficio económico de estos megaeventos, los ciudadanos han experimentado cambios sociales y una redistribución de recursos antes destinados a cubrir sus necesidades básicas. Estas competiciones benefician a sus promotores, pero son la clase media y la clase trabajadora quienes, con creciente malestar, han tenido que pagar por ello.

Circus maximus. El negocio económico detrás de la organización de los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo

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