No cierres los ojos Akal
Gare-Orsay
Las cubiertas de estaciones como la Gare d’Orsay, muestran los avances de la ingeniería

La segunda mitad del siglo XIX sería testigo de la producción a escala industrial del hierro y del acero, además de diversos avances en la metalurgia que darían lugar a productos de mayor calidad. Desde entonces los ingenieros comenzaron a utilizar ambos metales con fines estructurales, al tiempo que una nueva generación de arquitectos exploró sus cualidades visuales, revalorizando los nuevos materiales, dejándolos vistos con valentía, aunque las connotaciones industriales y agrícolas pudieran suscitar polémicas en la incertidumbre de la Tercera República. Estos materiales propiciarían un renovado interés por el uso de vidrieras, con los más variados colores y texturas.

Gare d’Orsay – Museo de Orsay

Con una vida urbana cada vez más atractiva y la Exposición de París de 1900 acercándose, la línea férrea París-Orleans buscaría una nueva terminal más próxima al centro de la ciudad que la estación de Austerlitz. Aprovechando las ruinas del palacio de Orsay en la orilla del Sena, incendiado durante la Comuna de 1871, la compañía de transportes elegiría a Laloux para construir una estación y un hotel. El transporte eléctrico sería utilizado por primera vez; ascensores y rampas conducirían a los pasajeros y las mercancías por unos espectaculares espacios de hierro y vidrio.

museo-de-orsay
Estación deslumbrante
Aunque las continuas dudas acerca de la validez de la nueva estética industrial harían que la fachada del hotel hacia el río (y hacia el Louvre quedase revestida de piedra, la gran arcada acristalada de Laloux presentaba en sus extremos dos enormes relojes iluminados, brillando en la margen derecha del río, que anunciaban claramente el futuro.

bovedas-gare-orsay

  • Localización 2 quai Anatole-France. Séptimo arr.
  • Fecha 1897-1900
  • Arquitecto Víctor Laloux

 

Estructura portante

Las tres bóvedas formaban una única estructura independiente gracias al esqueleto portante de hierro del edificio. Donde las cúpulas se encontraban con las columnas verticales aparecían unas pechinas, la única parte no revestida de yeso o de piedra.

seccion-gare-orsaySección

Tres bóvedas cobijaban las diferentes funciones de la estación, independientes pero relacionadas entre sí, de menor altura a medida que se acercaban al Sena: el hangar del tren, el vestíbulo y las salas públicas del hotel. Las vías estaban bajo rasante, algo imposible para las locomotoras de vapor.

corriente-electrica-gare-orsayCorriente eléctrica

El uso de la electricidad en la Gare d’Orsay eliminó los efectos contaminantes del humo de las locomotoras, permitiendo que los casetones del techo del hangar estuvieran decorados con rosas de yeso sin que estas se deteriorasen. El espacio recuerda a los antiguos baños o las basílicas romanas.

hangar-orsayViejo y nuevo

Una cabeza de piedra de Mercurio, patrón de los viajeros, coronaba el hangar de hierro y vidrio, con su casco alado simbolizando la rapidez del viaje. La galería situada en el lado del Sena se cubría con esculturas que representaban Burdeos, Toulouse y Nantes, las ciudades de la ruta París-Orleans.

Entradas de la estación de metro de Hector Guimard

estacion-metro-hector-guimard
Metro maniaco
En los cinco tipos de entradas desarrollados por Guimard se utilizaron columnas de hierro orgánicas, vidrios esmerilados, paneles opacos y piedra labrada. La fluidez de dichas entradas, quizá basada en el análogo e igualmente efímero movimiento simbolista, resultaba ligeramente inquietante.
  • Localización Varios lugares; restos notables en las estaciones de Châtelet, Porte Dauphine y Abbesses
  • Fecha 1900 en adelante
  • Arquitecto Hector Guimard

Inaugurado durante la Exposición de París de 1900, el ferrocarril subterráneo inicialmente conocido como Le Métropolitain, nombre de la empresa que lo construyó, se convertiría en uno de los más concurridos y famosos del mundo, gracias en gran medida a las más de 100 bocas de acceso, realmente singulares, de estilo Art Nouveau diseñadas por Guimard. En la actualidad solamente se conservan la mitad de estas estructuras de hierro fundido, que lograron difuminar los límites entre lo puramente arquitectónico y el mobiliario urbano con sus sinuosas formas vegetales, sus cubiertas de vidrio atrevidamente delgadas y su combinación de colores verdosos.

entrada-estacion-metroElaborada entrada

El aspecto de insecto del diseño de Guimard resulta aún más evidente en los tipos de entrada más complejos. Estos edificios de superficie considerable poseían escaleras separadas para entrar y salir de la estación, un pequeño quiosco y una previsión de acceso mecanizado a las vías.

metal-estacion-metro-hector-guimardCurvas prefabricadas

El vertido del metal fundido en moldes hacía posible que un mismo elemento pudiera fabricarse una y otra vez. El uso de este tipo de elementos estandarizados ayudó a construir «un estilo propio» reconocible para el metro, lo que favoreció el diseño de las mayores y más extravagantes de sus entradas.

 

escudo-estacion-metro-hector-guimardEscudo

Estos elementos decorativos recuerdan los de los yelmos medievales. Producidos en grandes cantidades, los escudos podían fijarse fácilmente en las barandillas, añadiendo riqueza a la estructura. El zócalo de piedra se integraba con el mismo lenguaje que las patas de hierro situadas sobre ellos.

detalle-estacion-metro-hector-guimardDetalle delicado

Las curvas tridimensionales de la estructura de hierro tienen su reflejo, en dos dimensiones, en los paneles de revestimiento, con unos patrones de diseño similares aunque no idénticos. Guimard estaba fuertemente influido por la obra del gran arquitecto modernista belga Victor Horta.

El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “Cómo leer París. Una guía de la arquitectura parisina”

Cómo leer París. Una guía de la arquitectura parisina

portada-como-leer-parisCómo leer París es una guía de bolsillo que ayuda a comprender y a apreciar la arquitectura de París. Repleta de detallados dibujos, planos y fotografías, que incluyen plazas, puentes, calles y monumentos, así como edificios, la presente obra es tanto una fascinante historia de la arquitectura como una eficaz guía visual; en definitiva, una lectura obligada para cualquier persona interesada en esta fascinante y hermosa ciudad. Esta práctica guía de consulta, lo suficientemente compacta como para llevarse en el bolsillo, pero lo suficientemente seria como para proporcionar un verdadero conocimiento:

  • supone una guía visual accesible acerca de las características arquitectónicas y el significado de algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, así como de otros ejemplos menos conocidos pero igualmente importantes,
  • examina en profundidad los principales estilos arquitectónicos que se han combinado, durante más de mil años, para producir uno de los más famosos paisajes urbanos del mundo,
  • supone un gran recurso gráfico para cualquiera que visite la ciudad, así como para los historiadores de la arquitectura y los amantes de la cultura en general.

Chris Rogers

Chris Rogers escribe sobre arquitectura y cultura visual, después de veinte años de estudio, investigación e intercambio con otros profesionales. Entre sus ocupaciones está la de organizar y guiar visitas arquitectónicas, a menudo en estrecha colaboración con los propios arquitectos. Es el autor de The Power of Process: The Architecture of Michael Pearson [El poder de proceso: La arquitectura de Michael Pearson] (2010). Su conocimiento de París no ha dejado de aumentar, tras muchos años paseando por sus calles, lo que le ha permitido crear de un impresionante registro fotográfico de la «Ciudad de la Luz».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *