No cierres los ojos Akal

¿Qué tienen en común Papá Noel (también llamado Santa Claus o San Nicolás, en el mundo anglosajón), el equipo de baloncesto de los Knicks de Nueva York y las historias de Batman, el superhéroe enmascarado? A priori, uno pensaría que nada. Y, sin embargo, existe una relación incuestionable, si bien ciertamente no evidente, entre estos tres elementos de la cultura estadounidense y ‒por qué no decirlo, en esta nuestra era de la globalización‒ mundial.

Ese nexo de unión, por extraño que parezca, es Washington Irving. Sin él, ninguno de los tres existiría tal como lo conocemos. Quizá Papá Noel no sería el famoso personaje navideño que es hoy, y otro distinto invadiría los cines, las calles y los escaparates al llegar esa época del año; los Knicks (diminutivo de «Knickerbockers») tendría un nombre diferente, y Batman no viviría sus aventuras en la ciudad de Gotham, sino en otra metrópolis imaginaria o real. Irving no creó al primero, ni inventó los nombres que llevan el mencionado equipo deportivo o la sombría ciudad del Caballero Oscuro, pero sí fue el responsable de que en su época ‒a principios del siglo XIX‒ los tres nombres adquirieran una popularidad que jamás habían conocido hasta entonces; primero entre sus vecinos neoyorquinos; luego en el conjunto de los EEUU y al otro lado del Atlántico, y, tiempo después, también en el resto del mundo.

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Fue el éxito fulminante del primer libro de Irving Una historia de Nueva York (1809) ‒una historia satírica de la antigua colonia holandesa de Nueva Ámsterdam «desde el principio del mundo» hasta su cesión a los ingleses, con el correspondiente cambio de nombre‒ el que puso la primera piedra para que los estadounidenses comenzaran a incluir la figura de Santa Claus en sus celebraciones navideñas. En sus páginas, San Nicolás (originalmente un obispo cristiano que inspiró diversos mitos y tradiciones en Europa relacionados con la época invernal y los niños) se le aparecía en sueños a un marinero holandés «montado en el mismo carro en el que lleva sus regalos cada año a los niños» y rodando por encima de las copas de los árboles de la entonces prácticamente virgen isla de Manhattan. Fue también ese libro el que dio pie a que el pseudónimo con el que Irving lo firmó, Diedrich Knickerbocker, pasara a asociarse con la ciudad de Nueva York, hasta tal punto que sus habitantes comenzaron a llamarse a sí mismos knickerbockers. De ahí que, más de un siglo después, un equipo local de baloncesto decidiera bautizarse con tal apelativo. Y, en cuanto al origen del nombre de Gotham, este no es sino otro alias para Nueva York, que Irving empleó con intención cómica (en inglés antiguo gotham significa «ciudad de la cabra») en las páginas de la revista Salgamundi, de la que él fue cofundador.

sleepy-hollowLos tres ejemplos precedentes ilustran muy bien la impronta soterrada pero profunda que Washington Irving y su literatura han dejado en todo el paisaje cultural que vino después de él; no sólo en su país, sino en el mundo entero. Podríamos mencionar también el impacto de su famoso relato La leyenda de Sleepy Hollow en la imagen moderna de la fiesta de Halloween, con sus fríos y oscuros bosques otoñales y sus calabazas talladas a imitación de cabezas grotescas; o la influencia directa que su persona y sus obras tuvieron en varias generaciones de escritores que lo leyeron, admiraron y conocieron, tales como Walter Scott, Mary Shelley o Charles Dickens. Y así podríamos seguir con muchos otros casos.

Irving no fue simplemente un escritor estadounidense de éxito internacional. Fue el primero de todos ellos, «el patriarca de las letras estadounidenses», tal como llegó a denominarlo un periodista de aquellos días, cuando se encontraba en la cima de su fama y prestigio […].

Fragmento extraído de la Introducción de Axel Alonso Valle a La leyenda de Sleepy Hollow y otros relatos.

La leyenda de Sleepy Hollow y otros relatos

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La leyenda de Sleepy Hollow y otros relatos es una colección de 34 ensayos y relatos que Irving publicó en 1820 con el título de El libro de apuntes de Geoffrey Crayon, pseudónimo que utilizó por vez primera y bajo el cual verían la luz otras de sus obras literarias. En él el autor recopila muchos de los cuentos populares que escuchó durante sus viajes por Europa, principalmente de Inglaterra, donde entonces residía, y a ellos sumó otros como «La leyenda de Sleepy Hollow» y «Rip Van Winkle», inspirados en relatos alemanes, alegando que habían sido encontrados entre unos viejos papeles de Diedrich Knickerbocker, el que fuera protagonista de otro de sus populares relatos, Historia de Nueva York.

El resultado es una obra heterogénea, con relatos cómicos, fantásticos y románticos, en los que el fascinante y magnético Crayon describe escenas y paisajes, costumbres y leyendas principalmente de la vieja Europa, aunque también del Nuevo Mundo del que provenía el autor. Esta obra ha sido considerada por los críticos como el trabajo más importante y duradero de Irving, pues su rápido éxito consagró su reputación en Europa como artista literario. La muestra de ello es la popularidad alcanzada por muchos de los relatos así como el gran éxito de sus adaptaciones a la gran pantalla.

La leyenda de Sleepy Hollow y otros relatos – Washington Irving – Akal

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