No cierres los ojos Akal

JUAN MARTÍN PRADA

Las nuevas dinámicas sociales y creativas que la cultura de la participación digital online ha traído consigo es hoy uno de los temas más recurrentes en el arte actual. Como ejemplo, proponemos aquí una selección de cinco obras que, de un modo u otro, reflexionan sobre todos estos cambios generados por la expansión del uso de las redes sociales y de las plataformas y servicios de la llamada Web 2.0. Cinco propuestas artísticas que tematizan algunos de los conceptos clave de este estadio de hiperconectividad en el que nos encontramos (red social, multitud, participación, creatividad amateur, etc.). No carentes de humor y de una fina ironía, las propuestas de estos artistas investigan, desde muy diversas perspectivas, sobre los usos que hacemos de la red, evidenciando también el carácter paradójico de nuestra relación con ella.

Esta instalación está compuesta por una retícula formada por más de 3.000 vídeos personales extraídos de Internet, en los que miles de personas hablan públicamente, saludan o se presentan a una audiencia potencialmente global desde entornos de intimidad domésticos. La instalación, al mostrar de forma simultánea a esos miles de personas presentándose al mundo, ofrece de entrada al espectador la experiencia de un susurro colectivo, probablemente muy cercano a aquel susurro del «goce plural» del que hablara Roland Barthes, pero en la que queda subsumida cualquier forma de particularidad individual en una impresionante multitud de intimidades narradas en sincronía. Un retrato el que nos propone Baker posiblemente no de la multitud sino más bien de su deseo, y del ruido de la máquina social que conforma.

  • Natalie Bookchin, Mass Ornament (2009)

Una videoinstalación monocanal conformada por centenares de vídeos raptados de YouTube en los que sus autores se han grabado bailando solos en sus hogares con el acompañamiento de diferentes piezas musicales. Bookchin elabora con ellos una coreografía colectiva perfectamente orquestada, coordinando mediante cortes y yuxtaposiciones de los vídeos los movimientos de sus protagonistas, y creando la ilusión de que, en realidad, bailan al son de una única banda sonora. El título de la videoinstalación, Mass Ornament (El ornamento de la masa), es una cita al ensayo homónimo de Siegfried Kracauer de 1927, quien veía en la perfecta geometría y sincronización que caracterizaban la estética coreográfica de las Tiller Girls en los años 20 (y a la que Bookchin imita en esta forzada orquestación) la misma precisión que el trabajador en la línea de producción de la fábrica taylorista.

  • Delaware, YouTubeHARMONY 5/12 «Underground» (2010)

Los frecuentes intentos practicados por muchos artistas vinculados a las estrategias del remix de tematizar las formas de la coincidencia existentes en la aparente disparidad de sujetos que conforman la multitud conectada encontraría su contrapunto en la serie YouTubeHARMONY del grupo Delaware. Un conjunto de vídeos fruto de la consigna «Let’s mix YouTube« en los que la pantalla, dividida en cuatro, nos muestra de forma simultánea imágenes muy diferentes entre sí, disparidades presentadas en una simultaneidad que es fiel reflejo de las múltiples dimensiones de la vida de la multitud que se da cita en las grandes plataformas de la Web 2.0. A través de una operación serial de desligamientos y contrastes, Delaware consigue generar en estas composiciones una extraña y forzada coherencia basada, precisamente, en la heterogeneidad de sus elementos constitutivos.

Este proyecto de Bard consiste en un gran repositorio colectivo de nuevas interpretaciones del guión original de la película El hombre de la cámara (1929) de Dziga Vertov. Quien lo desee puede contribuir con un vídeo o toma fotográfica que recree en la actualidad cualquiera de las secuencias que integran aquella película. Se trata, por tanto, de un experimento de actualización, casi ochenta años más tarde, de este clásico de la cinematografía soviética. Más allá de sus aspectos estructurales, la propuesta de Bard revela muchas coincidencias entre algunos de los fundamentos del Cine-Ojo de Vertov y la producción audiovisual amateur típica de la Web 2.0; entre otras, la pretensión de Vertov de una cinematografía simple y sin ficción, sin puesta en escena, ni decorados, ni actores, centrada en la captación de experiencias cotidianas, es decir, de una cinematografía «descriptiva» y no narrativa.

Esta obra está compuesta por un vídeo raptado de YouTube en el que un joven practica espectacularmente el headbanging (fuertes sacudidas de la cabeza acompañando el ritmo de música heavy metal). Ovechkin ha situado la imagen de un cursor en forma de flecha permanentemente sobre la cabeza del joven, a la que acompaña con total exactitud en cada uno de sus rápidos movimientos. La sensación de asombro que nos produce el vídeo original (ante él solo cabe sorprenderse de que alguien sea capaz de mover la cabeza de esa manera y durante tanto tiempo) es reconducida por Ovechkin para ofrecernos una irónica representación de la idea de la interactividad como capacidad de control. Sin embargo, la interacción aquí no es más que un mero efecto, una ilusión sorprendente. Una obra que parece sugerirnos que la interactividad no puede ser ya causa de nada de lo que pueda asombrarnos, de nada que pueda «con-movernos».

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Juan Martín Prada, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Cádiz,  publicará en abril en Ediciones Akal el libro Prácticas artísticas e Internet en la época de las redes sociales.

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