7 (20) de marzo de 1917:
La primera revolución, engendrada por la guerra imperialista mundial, ha estallado. Seguramente, esta primera revolución no será la última.
25 de octubre (7 de noviembre) de 1917:
“El Gobierno Provisional ha sido depuesto. El poder del Estado ha pasado a manos del Comité Militar Revolucionario, que es un órgano del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado y se encuentra al frente del proletariado y de la guarnición petrogradenses”
Entre estos dos textos de Lenin pasaron poco más de siete meses; siete meses en los que el mundo cambió por completo; y sin embargo, ya había empezado a cambiar, solo un poco antes.
En un año en el que se conmemora el centenario de la Revolución Rusa, mucho ha comenzado ya a hablarse de la Revolución de Octubre y poco de la Revolución de Febrero, pero resulta muy difícil entender la una sin la otra; porque en los orígenes y en el propio desarrollo de la Revolución de febrero encontramos la semilla que germinó posteriormente en la revolución bolchevique del mes de octubre.
Pero, ¿dónde quedó la sublevación popular que terminó con tres siglos tiranía zarista? Quizá en los textos de Lenin recogidos en Entre dos Revoluciones. Artículos y discursos de 1917, y del que hemos recogido al comienzo la primera y última entrada, podemos entrever que la revolución de Febrero nació abocada al fracaso.
En realidad, los sucesos que iniciaron la revolución de Febrero tienen su punto de partida diez años atrás, cuando reconoce Lenin que: “Sin los tres años de formidables batallas de clases, sin la energía revolucionaria desplegada por el proletariado ruso en 1905-1907, hubiera sido imposible una segunda revolución tan rápida”. Quizá por este mismo motivo la rápida sucesión de acontecimientos hizo extraños compañeros de cama a las manifestaciones y protestas proletarias iniciadas en Petrogrado el día 23 de febrero (8 de marzo en el calendario gregoriano) y la formación de un Gobierno provisional burgués que terminaría por sustituir al poder del Zar el 1 de marzo (14). En palabras de Lenin, si la revolución triunfó tan rápida y radicalmente fue porque se “fundieron, con unanimidad notable, corrientes absolutamente diferentes, intereses de clase absolutamente heterogéneos, aspiraciones políticas y sociales absolutamente opuestas”. El resultado de la revolución para Lenin, por tanto, no podía quedarse ahí.
Si bien la revolución de febrero fue engendrada por el común rechazo a la Gran Guerra que venía desangrando Rusia tenía como único objetivo común infligir un golpe conjunto al zarismo. De este modo la Rusia burguesa y terrateniente se apoyó en el Soviet de diputados obreros para cambiar el autoritarismo zarista por un modelo más liberal. Sin embargo, para Lenin, los prodigios de heroísmo proletario mostrados en esta revolución contra el Zar y el autoritarismo tenían que refrendarse mostrándose “nuevos idénticos prodigios de heroísmo para derrocar el poder de los terratenientes y los capitalistas, que hacen la guerra imperialista”.
Y es que aunque la clase obrera demostró que podía abatir un régimen, al mismo tiempo se vio inicialmente incapacitada para tomar y defender el poder por sí misma. Las luchas a partir del mes de marzo entre el Gobierno provisional, bajo el mando del príncipe Lvov, primero, y de Alexander Kerenski, después, y el Soviet de Petrogrado, junto al progresivo debilitamiento ruso por la sangría de la Gran Guerra, marcaron el devenir de la revolución de febrero. Era para Lenin el momento de dar “el paso de la primera a la segunda etapa de la revolución”.
Desde su exilio en Suiza, que terminaría en el mes de abril, hasta el triunfo de la revolución bolchevique, los textos de Lenin reunidos en Entre dos revoluciones recogen de primera mano los objetivos tácticos de la estrategia bolchevique en esta segunda etapa de la revolución, incluyendo sus Tesis de abril, bajo el epígrafe Las tareas del proletariado en la presente revolución, además de esclarecer algunos aspectos de los confusos meses que siguieron a la revolución de febrero. Y junto a estos textos podemos descubrir llamamientos a los ciudadanos, cartas al proletariado, arengas a los bolcheviques, entrevistas en los diarios y algunos de sus discursos dirigidos al soviet de Petrogrado.
Un documento único de primera mano para comprender el interior de una revolución, desde la caída del zar hasta la “korniloviada” de septiembre, para desembocar en su llamamiento final horas antes del levantamiento del día 24 de octubre: “Demorar la acción equivaldría a la muerte”.
Entre dos revoluciones – Vladímir Ilich Lenin
La historia de cualquier sociedad es la historia de la lucha de clases. Esclavos y hombres libres, plebeyos y patricios, siervos y señores, los de abajo y, sobre ellos, los de arriba… en una palabra, opresores y oprimidos que se enfrentaron en una lucha que siempre, en menor o mayor grado, transformó la sociedad, pero que no acabó nunca con la división de clases, salvo en 1917, que la revolución burguesa fue superada por la Gran Revolución Socialista de Octubre que encabezó Lenin.
Entre dos revoluciones recopila artículos, discursos y correspondencia de V. I. Lenin que esclarecen los acontecimientos que tuvieron lugar entre febrero y octubre de 1917. Los documentos contienen la apreciación marxista de la revolución burguesa en Rusia, definen la lucha de clases que trata de ocultar y la esencia antipopular de aquella.
El fantasma que recorría Europa, anidó en Rusia
Entre dos revoluciones – Vladímir Ilich Lenin