El periodista estadounidense John Reed fue testigo excepcional de la Revolución de Octubre en la ciudad rusa de Petrogrado. Su libro Diez días que estremecieron el mundo es un relato de primera mano de los sucesos acaecidos en aquellas fechas, que culminaron con la conquista del poder por parte de los bolcheviques, al frente de obreros y soldados, y su entrega a los soviets.
John Reed había nacido en Portland (Oregón) en el seno de una familia acomodada. Se graduó en la Universidad de Harvard, viajó por Europa visitando Inglaterra, Francia y España y se trasladó a Nueva York para trabajar como periodista. Durante su estancia en Nueva York se convirtió en un activista de izquierda y durante este período se unió al Partido Socialista de Estados Unidos. El primero de los muchos arrestos de Reed llegó en Paterson, Nueva Jersey, en 1913, por intentar hablar en nombre de los huelguistas. El duro trato dispensado por las autoridades a los huelguistas y un corto período de cárcel que siguió lo radicalizaron más.
Corresponsal de guerra
En 1913 viajó a México para cubrir la Revolución Mexicana y acompañó al ejército de Pancho Villa durante cuatro meses. Su trabajo allí le otorgó reputación como corresponsal de guerra. Al estallar la Primera Guerra Mundial fue enviado a Europa y presenció de cerca los combates en el frente oriental durante unos meses en 1915. La contienda le dio a Reed su primera causa política profunda y personal, convencido de que no representaba más que una lucha entre los intereses capitalistas rivales. Con el tiempo, acabaría siendo juzgado por violar la Ley de Espionaje por sus artículos antibelicistas publicados en The Masses (bajo esta ley era un delito divulgar material que socavara el esfuerzo de guerra).
Revolución de Octubre
A su regreso a Estados Unidos conoció a Louise Bryant, periodista y escritora feminista, con la que acabaría cansándose. Los dos zarparon juntos el 17 de agosto de 1917 de Nueva York a Europa. Viajando por Finlandia, la pareja alcanzó Petrogrado y llegaron a tiempo para entrevistar a Kerensky.
Reed y Bryant entraron en el Smolny, donde los bolcheviques tenían su cuartel general, en la Duma de la ciudad, bastión de la democracia liberal, en los soviets de los trabajadores y soldados y en los soviets de los campesinos; en los cuarteles, en las reuniones de las fábricas, en las manifestaciones, en los tribunales, en la Asamblea Constituyente que los bolcheviques dispersaron, en el Palacio de Invierno cuando estaba siendo defendido y otra vez cuando estaba siendo saqueado. Reed y Bryant terminaron en el punto cero de la Revolución de Octubre.
Diez días que estremecieron el mundo
A su vuelta a Estados Unidos Reed, acusado de espionaje, fue recibido inmediatamente por las autoridades federales. «Un enjambre de hombres del Departamento de Justicia lo desnudó, revisó cada centímetro de su ropa y equipaje». Incautaron los papeles con sus notas y los materiales sobre la revolución y no le fueron devueltos hasta siete meses más tarde, en noviembre de 1918. Ese retraso motivó que su libro Diez días que estremecieron el mundo no viera la luz hasta marzo de 1919.
Para una posterior edición norteamericana de la obra, Lenin escribió el siguiente prefacio:
«Después de leer con vivísimo interés y profunda atención el libro de John Reed ‘Diez días que estremecieron al mundo’, recomiendo esta obra con toda el alma a los obreros de todos los países. Yo quisiera ver este libro difundido en millones de ejemplares y traducido a todos los idiomas, pues ofrece una exposición veraz y escrita con extraordinaria viveza de acontecimientos de gran importancia para comprender lo que es la revolución proletaria, lo que es la dictadura del proletariado. Estas cuestiones son ampliamente discutidas en la actualidad, pero antes de aceptar o rechazar estas ideas es preciso comprender toda la trascendencia de la decisión que se toma. El libro de John Reed ayudará sin duda a esclarecer esta cuestión, que es el problema fundamental del movimiento obrero mundial»
Acusado nuevamente de espionaje, Reed escapó a la Unión Soviética donde murió, en octubre de 1920, atacado por el tifus y fue enterrado en el Kremlin. Posteriormente Stalin prohibió el libro argumentando que era engañoso con respecto a León Trotsky. Diez días que estremecieron el mundo retrata a Trotsky como un hombre que colideró la revolución con Lenin y menciona a Stalin sólo dos veces.