El Nilo en el Antiguo Egipto

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Utilización del shaduf

El Nilo, unión del Nilo Azul, del Nilo Blanco y el Atbara, determina las pautas de asentamiento y organización del trabajo agrícola. Los egipcios diferenciaron entre el Nilo, Iteru, y las aguas de la crecida, personificadas en Hapy, estando el calendario faraónico dividido en tres estaciones; ajet (la inundación), peret (los meses de la cosecha), y shemu (la estación seca), que coincidían con el ciclo agrícola y favorecían la obtención de unos elevados rendimientos.

Crecidas del Nilo

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Nilómetro de Asuán

La crecida comenzaba en junio –cuando el Nilo podía cruzarse en algunos lugares a pie–, un periodo de temor al no saber si iba a ser demasiado elevada o baja, al tiempo que su violencia podía acarrear destrucciones; y duraba hasta octubre, cuando las aguas se retiraban después de fertilizar los campos con el limo que arrastraban. Unos meses en los que la actividad agrícola se detenía –no así la pesca, que podía ser fácilmente practicada con redes–, periodo que el Estado también aprovechaba para efectuar expediciones a minas y canteras, campañas militares o para utilizar a parte de la población, que era mantenida por el Estado, en la ejecución de diferentes trabajos. El nivel de la crecida se conocía gracias a los nilómetros; una crecida de 6 m se consideraba escasa, y de 9 m, excesiva, al causar daños en campos y asentamientos y tardar más las aguas en retirarse, lo que acortaba el periodo de siembra y cosecha. Las noticias de necrópolis o templos anegados por la crecida son escasas, lo que puede reflejar la capacidad de organización, su carácter excepcional o, por el contrario, que los antiguos egipcios, como en otros aspectos, no expresaban aquello que temían o podía ser dañino, aunque dependieran de las mismas para vivir.

El cultivo de los campos

Las aguas comenzaban a retirarse en octubre, momento de reparar diques y canales, delimitar los campos y preparar la cosecha, que coincidía con los meses de invierno, lo que ya despertó la atención en la Antigüedad, ayudándose de animales para hundir las semillas en los campos –ovejas, asnos, cerdos– pero no bueyes, que hundirían profundamente la semilla impidiendo su germinación. Unos meses en los que se procedía a regar los campos si era necesario y a proteger los cultivos de las aves –hay escenas en las que se utilizan objetos que emiten ruido para espantarlas, actividad en la que participaban los niños–; también podían sufrir plagas, por ejemplo de langostas. Unos campos que recibían la visita de los funcionarios para establecer los impuestos antes de la cosecha, realizada antes de que las altas temperaturas y la sequía pudiera arruinarlas.

En la estación seca los campos se agrietaban, lo que favorecía que se airearan y no se salinizasen –problema que sí existió en el delta mesopotámico–; la posterior crecida limpiaba el suelo de sales. En estos meses era posible el cultivo de huertos y de pequeños campos transportando el agua a hombros y, desde la XVIII dinastía, con el shaduf, que permitía elevar el agua. Esta época del año era también la más propicia para la caza, al acercarse los animales a las fuentes de agua.

Irrigación de los campos

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Hapy llevando ofrendas. Templo de Kom Ombo

Entre Asuán y Menfis (casi 1.000 km), la pendiente del terreno apenas desciende 71 m, y las aguas inundaban las tierras formando lagos y pantanos. El valle del Nilo tiene una topografía convexa debido a las deposiciones, lo que elevaba el nivel de las tierras más cercanas al río y permitía la creación de cubetas –depresiones naturales– que se inundaban y donde el agua quedaba retenida para la irrigación, unas cuencas que creaban una red de canales naturales secundarios que aseguraban la distribución y evacuación de las aguas, por lo que el control de la crecida se limitaba a dirigir las aguas altas hacia las cuencas de recepción; cada segmento del valle dependía de los demás para recibir y evacuar las aguas. El éxito de la campaña agrícola dependía de la capacidad de las comunidades agrícolas de mantener en buenas condiciones el canal de conducción para regular las aperturas y cierres de las brechas en los diques que permitían la circulación de las aguas, por lo que el éxito no dependía tanto del llenado de las cuencas como de su evacuación. Las tierras más fértiles eran las intermedias entre las cercanas al río –demasiado húmedas para el cultivo de cereales– y las contiguas al desierto – que solo podían cultivarse en años de grandes crecidas o mediante irrigación.

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El emperador Tiberio haciendo ofrendas después de los daños causados por una crecida.

A lo largo de toda la historia de Egipto no se constata la existencia de conflictos entre asentamientos o nomos por el control de las aguas o la explotación de tierras –quizá en el Primer Periodo Intermedio–, y nunca se representó la crecida, solo los campos una vez que las aguas habían vuelto al cauce; quizá por el temor que causaba y, como ya hemos señalado, los egipcios no representaban lo que temían para que no adquiriera vida propia. Los asentamientos estaban cercanos a los recursos acuíferos, pero también debió de existir un movimiento de población a puntos cercanos más elevados en algunos momentos, incluso al propio desierto.

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Representación del nacimiento del Nilo en la isla de Filae con representación de Hapy

Desde tiempos dinásticos el lecho del Nilo ha aumentado un centímetro cada siglo, por lo que en la Antigüedad el valle sería más profundo y estrecho, al tiempo que el curso del Nilo se fue desplazando hacia el este, provocando la desaparición de asentamientos como Menfis, la capital administrativa de Egipto. Los egipcios no sintieron curiosidad por conocer las fuentes del Nilo; pensaban que estaban en el mundo subterráneo, brotando entre las rocas de granito en las proximidades de Elefantina y asociadas al dios Khnum, que también moldeaba a la humanidad en su torno de alfarero con barro del Nilo. Un Nilo que constituía el principal medio de comunicación, siendo los barcos el medio natural de transporte, tanto en el mundo terrenal como en el funerario-religioso.

El Nilo también marcaba las pautas de asentamiento; al ser la tierra habitable y cultivable una franja estrecha, impedía la existencia de grandes ciudades como en Mesopotamia. Las ciudades egipcias más importantes estuvieron relacionadas con la administración –Menfis– o la religión –Tebas.

Igualmente, el Nilo era el principal medio de comunicación y transporte en las dos realidades geográficas que existieron en Egipto: el Alto y el Bajo Egipto.

El texto y las imágenes de esta entrada son de un fragmento del libro: “Introducción al antiguo Egipto” de Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea 

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