No cierres los ojos Akal

Desde el inicio de la crisis se ha vivido un auténtico boom de obras relacionadas con el ilustre filósofo Karl Marx. Hace diez años era prácticamente impensable imaginarse una librería repleta de nuevos títulos que hiciesen referencia al teórico alemán, mientras que ahora parece que se ha convertido en un auténtico reclamo publicitario. La crisis, al fin y al cabo, muestra las grietas de un sistema que se derrumba. Por supuesto, este revisionismo no es tan nuevo; ya en septiembre de 2008 todo un ministro de Finanzas alemán, Peer Steinbrück, declaraba que Marx tenía razón en algunos aspectos teóricos. En ese momento, decenas de periodistas alemanes se pusieron en contacto con diversas editoriales para preguntar por el autor de El capital y el Manifiesto comunista y descubrieron que, sorprendentemente, sus ventas se habían triplicado en los últimos años. Contra lo que pudiera pensarse, Marx siempre ha estado presente en las librerías. Algunas editoriales se han mantenido al margen de las modas e imposiciones del mercado y han apostado seriamente desde sus inicios por difundir el marxismo y el pensamiento crítico de izquierdas.

En este sentido, uno de los últimos y más claros exponentes es el libro El orden de El Capital, ensayo que, como explican sus autores, ha retrasado su publicación más de diez años por lo complicado de su elaboración, al proponer una nueva y más correcta lectura de esta obra magna. En él, el concepto clave es replantear, replantear el marxismo porque, como han demostrado Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, se han consolidado determinadas interpretaciones erróneas al respecto de esta obra clave del pensamiento occidental.

Lógicamente, no son los primeros en enfrentarse a las tesis dogmáticas sobre el marxismo; sirva como ejemplo remarcable la aventura editorial que inició Perry Anderson allá por los años setenta, y que quedó tan sólo en la publicación de Consideraciones sobre el marxismo occidental, el texto que iba a servir de preámbulo a una colección llamada a analizar y evaluar las principales escuelas y corrientes de la fecunda tradición marxista. No era, tampoco, el primer gran proyecto de revisión y discusión de los marxismos, el propio Anderson había sido, de hecho, uno de los fundadores y principales editores de la prestigiosa revista New Left Review, aún hoy estandarte crítico de la izquierda mundial.

Tampoco nos debe extrañar que los escritos de Marx necesiten ser revisados o releídos, ni entonces, ni ahora. En plena Guerra Fría, uno de los principales problemas a los que se enfrentaba un teórico de izquierdas era el malestar que sentía la ortodoxia soviética ante cualquier trabajo intelectual que no se atuviera a los parámetros oficiales. Durante años, la intelectualidad soviética construyó –y pretendió determinar– tanto el corpus oficial del marxismo como el sentido de su lectura, asumiendo una posición de guía ideológica de la izquierda en el mundo entero, quisiera esta o no. Buena muestra de ello es la tardía publicación de los primeros escritos del filósofo alemán, analizados en El joven Karl Marx, ya que el lenguaje y las inquietudes que aquellos reflejaban no tenían cabida en la versión autorizada. Frente a ella, y desde los propios marxismos, se alzó un conjunto de voces e intelectos de primera fila, los Hobsbawm, Rudé, Hilton, Hill, Thompson, Anderson, Macek, Kula, Berman, Therborn, y otros tantos que enriquecieron con sus obras el pensamiento de la izquierda.

En la actualidad, la lectura y la relectura del marxismo siguen siendo elementales para toda formación crítica. Hoy, hay que releer a Marx. Y no sólo releerlo, sino también explicarlo y difundirlo, especialmente entre la juventud actual.

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