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Curso Arte e Internet. La red como campo de investigación para las nuevas prácticas artísticas (2ª edición) Medialab‐Prado y UNED

La lógica inclusiva de la “web 2.0”  Juan Martín Prada

El modelo económico de la llamada “web 2.0” está basado en la promoción del deseo de compartir e intercambiar, tratando de extraer beneficio de la colaboración voluntaria de sus propios usuarios y de sus potenciales para la recopilación y puesta en circulación pública de datos. Las nuevas empresas que operan en la red centran su papel en la promoción de comunidades de cooperantes y en la gestión del acceso a los datos y archivos aportados. Un modelo de negocio que tiende cada vez más no a vender producto alguno al consumidor, sino éste al producto, integrando al usuario y a sus archivos aportados dentro del propio servicio ofertado.

El usuario y sus aportaciones son hoy el contenido principal distribuido en las redes. Se canaliza con ello, y como fuerza económica, el propio deseo de la multitud de usuarios de formar parte de redes sociales, de compartir y hacer públicos sus intereses, de dialogar, de comunicarse, de expresarse públicamente, de sentirse útil, de cooperar. Es decir, que la explotación (si es que podemos entender que algo así hoy sucede en el campo de las redes) lo sería de la propia capacidad de los usuarios de producir sociabilidad y de su deseo de hacerlo. Ahora el usuario mismo (y no tanto sus necesidades) es el verdadero origen y destino del nuevo desarrollo tecnológico.

La lógica inclusiva de la “web 2.0” se basa en un principio elemental: cuantos más usuarios, mejor será una determinada aplicación o red social, es decir, que hay valor en el volumen, que lo cuantitativo deviene cualitativo en esta fase segunda de la red. Y siendo lo cuantitativo uno de los elementos clave de la producción actual, se entiende que el empeño de las nuevas empresas de la “web 2.0” sea generar la necesidad de pertenencia y participación, de suscitar la necesidad de vincularnos a un grupo, a una comunidad digital, de colaborar y aportar cosas para compartirlas en las nuevas redes sociales (ya sean vídeos, fotografías, comentarios, etc.). Pero hay que tener muy en cuenta que incluso los que no quieran colaborar en la conformación de esos gigantescos repositorios colectivos lo harán colateralmente por medio de su uso, incrementando involuntariamente el valor de las aplicaciones que los gestionan, al ser sus itinerarios de uso ofrecidos como datos orientativos para otros usuarios (por ejemplo, en muchas webs se señala como información relevante para orientar a un usuario qué productos compraron otros después de adquirir un producto determinado, qué otras cosas les interesaron, etc). De forma que el patrón de funcionamiento de la “web 2.0” se basa en cómo conseguir añadir al usuario a la información disponible. Por eso se ha dicho en tantas ocasiones que hoy todos estamos deviniendo componentes del software o “software biónico”, que las aplicaciones web “tienen a la gente dentro”. La comparación de la “web 2.0” con aquel autómata del s.XVIII que jugaba al ajedrez gracias a una persona que se ocultaba en su interior) se hace un símil recurrente.

El “input” de la nueva web son los propios usuarios, lo que, sin embargo, no quiere decir que la posesión de las bases de datos que éstos generan sea abierta. Si bien en su mayoría son utilizables libremente, la propiedad, sin embargo, es de la propia empresa que la gestiona así como la potestad de qué hacer con ella en el futuro. Algo que no deja de suscitar intensas críticas, barruntándose el desarrollo inevitable de un intenso movimiento paralelo al “free sofware”: el movimiento “free data”.

Que el eje central de la “web 2.0” actualmente sea la producción y gestión de redes sociales nos demuestra que producción social y producción económica coinciden en ella. Las empresas de la nueva web tratan de producir vida social, relaciones humanas, en una rentabilísima estrategia de indistinción entre lo económico, lo afectivo, lo político y lo cultural. El diseño de formas de relación humana se convierte en la base instrumental de la producción. Los nuevos negocios son ahora los de la nueva economía de lo inmaterial.

La promoción de experiencias colectivas de usuario, el fomento de interacciones afectivas entre los participantes y el hacer posible la agregación de información procedente de esas redes basadas en comunidades de afinidad ha exigido el desarrollo de inmensos esfuerzos en el avance del “software social”, es decir, aquél orientado a gestionar las necesidades y potenciales de agregación de datos, intercambio e interacción comunicativa de los usuarios en las nuevas redes sociales “on line”.

A este respecto, la identificación de la obra artística como “software social”, tan propia de lo que podríamos entender con el término “net.art 2.0” incidiría, precisamente, en la idea de que la práctica artística más comprometida tendría como una de sus prioridades orientarse a la reconfiguración de las formas en las que se dan las interacciones personales y sociales en la actual red Internet. Por supuesto, muchos de los principios de lo que se vino a denominar de forma más o menos inadecuada como “Estética relacional” encuentran, de hecho, en el ámbito de las nuevas redes, uno de sus mejores campos posibles de desarrollo en el futuro.

La lógica inclusiva de la “web 2.0”  es un fragmento del artículo «La “web 2.0” como nuevo contexto para las prácticas artísticas» publicado en Medialab-Prado Madrid

Juan Martín Prada

Juan Martín Prada (Madrid, 1971) es profesor titular en la Universidad de Cádiz (España). Ha escrito numerosos artículos y ensayos sobre teoría del arte contemporáneo y estudios visuales en revistas como EXIT Express, EXIT Book, Estudios visuales, Fibreculture-The Journal, REIS, Red Digital, FLUOR, Papers d’Art, A minima, Transversal, DEFORMA o en el suplemento «Cultura/s» de La Vanguardia de Barcelona, entre otras publicaciones impresas y digitales. Entre sus libros cabe mencionar «La apropiación posmoderna. Arte, práctica apropiacionista y Teoría de la posmodernidad» (2001), «Las nuevas condiciones del arte contemporáneo» (2003) y «Otro tiempo para el arte. Cuestiones y comentarios sobre el arte actual» (2012).

Prácticas artísticas e Internet en la época de la redes sociales. (2.ª edición actualizada) – Juan Martín Prada

portada-practicas-artisticas-internetDesde los primeros años del nuevo siglo hemos visto generalizarse una serie de dinámicas multitudinarias de participación e interrelación en torno a una infinidad de redes sociales, blogs y grandes repositorios colectivos de archivos compartidos por millones de personas diariamente.

Un buen número de artistas no tardó mucho en comenzar a explorar críticamente estas nuevas dinámicas sociales y las tecnologías que las posibilitaban, haciendo de ellas los nuevos contextos de referencia y actuación de sus investigaciones creativas.

Centrado en el análisis y caracterización de esta «segunda época» de la relación entre prácticas artísticas e Internet, este libro presenta un pormenorizado estudio tanto de la actualidad del net art (blog-art, intervenciones en redes sociales y en metaversos, instalaciones conectadas a la red, etc.), como de aquellas manifestaciones artísticas que, sin ser obras en línea, trabajan «acerca de» Internet en cualquiera de sus dimensiones, estéticas, técnicas, lingüísticas, políticas o económicas y a través de un sinfín de medios (vídeo, imagen fija, performance, etcétera).

La amplitud y profundidad de este análisis hacen de este libro un material imprescindible para conocer cómo está evolucionando una faceta fundamental del arte de nuestro tiempo.

La presente edición, que recoge las más importantes aportaciones de los últimos tres años, incluye nuevos textos sobre el «arte post-Internet» y sobre diversas prácticas como performance en redes sociales o fotografía.

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